Podría haber sido el nuevo James Dean. A Charlie Sheen la fama también lo deslumbró de joven ylo convirtió en un rebelde sin causa, adicto a las drogas, al alcohol y a las carreras frenéticas de coches. Por suerte, no terminó en una cuneta como el primero, aunque confiesa haber estado “bailando con el diablo muchas veces”.
Hijo de Martin Sheen, actor de origen gallego, y hermano de Emilio Estévez, empezó a coquetear con el cine cuando su padre lo llevaba al rodaje de Apocalypse Now. Paradojas del destino, su primera película de éxito fue Platoon, otro filme sobre la guerra de Vietnam.
De aguerrido soldado pasó a ser un yuppie sin escrúpulos que trabajaba para Michael Douglas en Wall Street.
A partir de ahí, dejó de estar sobrio y cayó en picado. Se volvió violento, gastó su fortuna con las mujeres y sus matrimonios acabaron tras pasar por comisaría.
Su padre intentó recuperarlo en Cadence pero fue Clint Eastwood quien lo logró con El principiante. Luego se instaló en la comedia con Hot Shots y ahora arrasa gracias a Dos hombres y medio. Cobra 700.000 euros por capítulo y es el actor mejor pagado de la tele.
Sheen alterna esta ficción que repone La 2 con una terapia por maltratar a su mujer, Brooke Muller. Sólo él tropieza dos veces con la misma piedra.