Pocas actrices pueden presumir de estrenar dos películas en un mes, y Juana Acosta es una de ellas. Primero se transformó en una saxofonista cubana en Vientos de la Habana –filme que TVE convertirá en serie– y desde el 28 de octubre podemos verla como una empresaria de armas tomar en 7 años, primera cinta de Netflix en España, dirigida por Roger Gual.
La trama de 7 años no está nada alejada de la realidad…
Desafortunadamente no. La película habla de cuatro socios de una empresa de nuevas tecnologías que defraudan desde hace años y un día Hacienda nos pilla. Descubrimos que con que solo uno de los cuatro vaya a la cárcel durante siete años y pague por ello, se puede solucionar. El meollo es decidir cuál de ellos irá a prisión, con ayuda de un mediador, y en esa situación tan límite sale a flote lo peor de cada uno, las pulsiones más oscuras del ser humano. Nadie quiere pringarse. Aparecen asuntos universales como la lucha de poderes, de egos, la ambición, la codicia, la competitividad…
¿Cómo fue el rodaje?
Peculiar e interesante, porque se rodó en un solo espacio. Tiene casi el planteamiento de una obra de teatro. Como actriz es un regalo, primero porque la rodamos en orden cronológico y así puedes mantener una continuidad emocional. El día antes de empezar hicimos con Roger un ensayo general como si fuera una obra de teatro. Los jefes de equipo estaban en la parte de arriba observando desde el set y para nosotros era un reto porque teníamos que tener la película controlada de principio a fin. Roger nos dejó hacerla en versión libre. Fue una aventura creativa.
Eres la única mujer del reparto.
Sí, pero ella es una mujer de armas tomar, acostumbrada a moverse en un mundo de hombres. No quiere que se le note ninguna debilidad y no sabe gestionar su mundo emocional. Ha puesto por delante el trabajo a la vida personal y no se arrepiente de ello. Se siente rodeada de cuatro tiburones que se mueven en esferas desproporcionadas de dinero, con cuentas en Suiza, donde los valores están desvirtuados: cuanto más tienes, más quieres, y eso es terrible.
¿Tú que harías en su tesitura?
No podría elegir. Todos deberían pagar. Ni elegir por un sorteo ni nada por el estilo. Todos son responsables. Es muy injusto que uno pague por todos.
Es la primera peli de Netflix. ¿Tienes más proyectos con esta plataforma?
No, pero un trabajo suele llevar a otro. Solo espero que la película la vea mucha gente y con eso me quedo feliz. De momento estoy rodando Perfectos desconocidos con Álex de la Iglesia, desde hace cinco semanas con actores muy conocidos. Un rodaje intenso que se desarrolla en una sola localización, de noche: una cena con siete actores todo el rato en escena.
Coincides con tu chico, Ernesto Alterio. ¿Qué tal?
Está siendo una experiencia nueva y lo disfrutamos mucho. Es una película muy especial, el reparto es único. Y para mí era un sueño trabajar con Álex de la Iglesia.
¿En casa lográis desconectar?
A veces con rodajes tan intensos es difícil desconectar. Hacemos de pareja en la historia, así que algo hablamos del tema en casa. Siempre he pensado que el trabajo del actor es bastante solitario: él hace sus procesos, yo el mío, y luego nos encontramos. Pero tenemos una hija procuramos lo máximo posible dejar el trabajo en el set.
Te echamos de menos en la tele… ¿Volverás a Velvet para el final?
No, ya cumplí mi ciclo allí y lo disfruté mucho. Fui feliz interpretando a Sara Ortega, un regalo.
¿Algún otro proyecto?
Este año he estrenado cuatro películas, así que de tele no hay nada… De momento. Porque para el próximo año sí tengo algo muy lindo para Movistar+, pero no puedo contar nada aún. Y también me iré una pequeña temporada a EE.UU., donde tengo en cartera un proyecto de tele muy interesante: es una serie nueva, una propuesta muy potente.
