De su pasado cinematográfico queda poco más que la escueta coleta que aún luce. Steven Seagal ha acudido como invitado al Festival de Venecia acompañado por su familia, y su presente nos ha dejado impactados. No solo por sus muchos kilos de más y un implante capilar indescriptible, sino por su nueva profesión. El experto en artes marciales que se ganaba la vida a patadas, ahora es representante cultural de Rusia en Estados Unidos gracias a su amistad con el presidente Vladimir Putin.

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Con menos agilidad de la que mostraba en sus grandes éxitos como Alerta Máxima, En tierra peligrosa o Por encima de la ley, el actor de 66 años desembarcó junto a su mujer, Elle, en el Festival de Cine de Venecia. El motivo de su presencia no era profesional ya que, aunque el actor ha anunciado que volverá a ser Nico Toscani en la secuela de Por encima de la ley, Seagal no tenía ningún trabajo que presentar en la Mostra, acudía simplemente como invitado.

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Al parecer, su última misión (no violenta) es favorecer el desarrollo de las relaciones entre ambas Rusia y Estados Unidos "en el ámbito humanitario, incluidas la esfera de la cultura, el arte, los intercambios sociales y juveniles y otros". Así al menos lo definió el ministerio ruso cuando hizo pública la noticia. Seagal, a quien vimos en televisión entre 2010 y 2012 con Justicia extrema, en la que interpretaba a un policía de Seattle, se ha tomado muy en serio su misión fruto de su amistad con el presidente Putin, de la que presume en las redes sociales.

El actor obtuvo la nacionalidad rusa en 2016 aunque nació en Michigan y también tenía nacionalidad serbia. Habrá que ver si defiende su nueva misión con el mismo ímpetu con el que se tomaba la justicia por su cuenta en sus éxitos cinematográficos.