Ricardo Vega, un viejo conocido del pasado de Paula que conoce su verdadera identidad acaba de salir de la cárcel y viaja a Santander en su busca. El peligro de que se destape toda la verdad se cierne sobre la joven, que cada vez está más instalada en su nueva normalidad. Está cada vez más interesada en el inspector Eguía, sobre todo después de las revelaciones que éste le hizo sobre su propio pasado y que ni siquiera conoce su novia Laura.
Por su parte, Eguía y Costa se trasladan a Madrid en el marco de su investigación porque han dado con un contacto de Andrés Herrera, el dueño del zulo de Ruiloba, relacionado con la mafia rusa. Según la tesis de la policía, el contacto, Baranov, fue quien vendió a Paula a Herrera.
Mientras, llega a manos de Lalo cierta información sobre los negocios de Fernando y acude a contárselo a Lidia, quien sigue preocupada por el comportamiento de Paula, sus mentiras y sus lagunas. No es el único frente abierto para el periodista: Adela, la madre de Andrés Herrera, es despedida del trabajo y nadie quiere echarle una mano por ser la madre de un pederasta. Por lo que recurre a Lalo en busca de ayuda.
