Pili es una mujer con carácter. Con mucho carácter. Después de trabajar años como cocinera decidió abrir su propio negocio y se puso al frente de un restaurante familiar en el Casco histórico de Castro Urdiales. Pero las cosas han ido de mal en peor y si no toma pronto tanto las riendas de su negocio como las de su vida, Casa Pili tendrá los días contados.
Para intentar salvar el restaurante y ayudar a Pili a reconducir su forma de hacer las cosas, Pesadilla en la cocina viaja por primera vez a Cantabria y lo hace con un Alberto Chicote entregado a una causa compleja y no exenta de dificultades.
Las circunstancias de Casa Pili han provocado que la dueña se sienta sobrepasada y no pueda con el negocio. Ella está convencida de que el problema está en su equipo y ellos creen que es la impulsividad de su jefa la que está hundiendo el barco. Durante la grabación del programa, la propietaria llega incluso a sufrir un ataque de ansiedad en pleno servicio ante la imposibilidad de encauzar la situación.
Alberto Chicote se colocará el delantal y se armará de paciencia para intentar ayudar a una mujer que reconoce tener un problema pero que no es capaz por sí misma de solucionarlo.