Desde que ha dado el salto al prime time con Zoom, donde abordan temas de interés general más cercanos que los de Cuarto Milenio, Iker Jiménez ha comprobado cómo ha cambiado la reacción del público en redes sociales hacia su programa. Sobre todo a raíz de un tuit en la cuenta oficial de Órbita Laika, el programa de La 2 que mezcla ciencia y humor, en el que lo acusaba de hacer “apología de las pseudociencias” por dar voz a personas que aseguran que padecen electrosensibilidad. Hablamos con él en la inauguración de la nueva sede de Cuarzo, la productora de Ana Rosa Quintana.

¿Cuál es tu balance de estas primeras semanas en prime time con Zoom?
Muy bueno. También duro porque ya sabemos qué significa competir con Évole y con Operación Triunfo. Pero el programa aguanta, los espectadores son fieles. Y lo que sí detecto es que cualquier tema que tocamos genera mucha más polémica que Cuarto Milenio. Es muy curioso. Quizá es la hora, o también que hablar de educación o de cómo nos afectan las antenas, temas más cercanos al gran público, generan opiniones encontradas, muy a favor o muy en contra. Yo que soy muy curioso me parece un estudio muy interesante.

Hablando de reacciones negativas, desde el twitter de Órbita Laika os tacharon de hacer apología de la pseudociencia. ¿Qué respondes?
Yo no le doy ninguna importancia. Cuando estás en este negocio sabes que no le puedes gustar a todo el mundo. Yo empecé muy joven en la radio, con 17 años, como me gustaba mucho el tema del misterio siempre recibí muchas críticas de una parte de la sociedad. Esa es mi ventaja; a pesar de que estamos en el mundo de la inquina en las redes, yo me curtí mucho antes. Habrá gente que no le guste lo que hago, que le parezca peligroso, pero yo ante eso estoy blindado. Dicho esto, no guardo ningún rencor, ni a los compañeros de Órbita Laika ni a nadie, porque tengo respeto por mi profesión y por los que trabajan en ella.

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¿Pero qué les responderías a esa acusación en concreto?
Diría que me imagino que son muy nuevos en la tele, era un community manager, no pasa nada. Porque clamar eso de “esto es casi penal”, cuando ese mismo domingo llevaba Televisión Española, su cadena, un especial sobre el peligro de las ondas, o no saber que TVE ha tratado 26 veces este tema en los últimos dos años… Solo lo puedo achacar a desinformación. ¡Cómo atacas de esa forma si tu cadena es la que más ha tocado ese tema! Es más, lo hizo con los invitados que vinieron a mi programa, y a veces de forma mucho más dramática, solo escuchando a los afectados; porque nosotros llevamos también las versiones de médicos que no creen en esto. Lo que más me impresionó fue el eco que le dieron los medios: yo que estoy un poco chapado a la antigua no quería responder, porque a mí no me ofende quien quiere, pero también me sorprendió que se sacó el tema en webs, en revistas, en periódicos… No quise decir nada para no dejarles mal.

¿Hay algún tema que hayáis descartado abordar por prudencia desde ese punto de vista particular de Zoom y Cuarto Milenio?
Creo que no. Estamos para atrevernos. No sé cuánto tiempo va a durar Zoom, es un experimento y me gusta porque, aunque parezca una tontería, aprendo: tengo la posibilidad de hablar con gente que sabe más que yo. Por ejemplo este domingo vamos con un especial sobre odio en la red…

Qué apropiado.
Sí, pero lo vamos a analizar psiquiátricamente, desde el punto de vista de la mente colectiva, de cómo los servicios secretos y de inteligencia modulan las tendencias… En el Reino Unido hay 1050 tíos trabajando en redes para reconducir casos como ataques a figuras políticas o mediáticas: ¿cómo hacen para modificar el discurso del público? Es alucinante. Otro tema que genera gran controversia es el de los animales, cuáles son los límites. Te lo dice alguien que tiene perros abandonados acogidos en casa, los amo… Pero a veces detecto cosas un poco raras, hay ejemplos terribles muy recientes. Hay baremos de radicalismo muy curiosos. Por ejemplo, no es muy conocido que entre ecologistas y animalistas a veces se llevan a matar, porque a unos solo les afecta el tema afectivo de un animal concreto. Por ejemplo el caso de unos animalistas que sacaron de sus jaulas a unos visones americanos en Navarra, ellos solo querían librarlos de su sufrimiento, pero no fueron conscientes de que esos ejemplares se zamparon a todos los visones autóctonos. Zoom en el fondo lo que quiere es analizar la mente colectiva, cómo somos en el 2016 ante estos temas. Por eso hay que tocarlo todo sin miedo, sobre todo lo que habitualmente no se cuenta.

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¿Tenéis más temas polémicos en cartera?
Sí, muy interesantes. Por fecha haremos uno sobre Halloween; la gente no sabe que muchas de las tradiciones que creemos americanas son profundamente españolas, como el “truco o trato”. O los ritos con calabazas. Queremos reivindicar las raíces ocultas de la noche de los muertos. Aquí no creo que haya polémica; como no nos llamen antiamericanistas… (risas).

La polémica en televisión vende. ¿La contempláis como algo positivo?
No sé qué decirte. Cuando hay debates encontrados en el programa son muy seguidos, pero no quiero ser víctima de la audiencia. Yo toco temas que dan audiencia pero a lo mejor hasta que no pasan dos meses no vuelvo a sacarlo; es muy difícil sustraerte a eso, y a muchos profesionales les ha pesado, porque tienes a todo el mundo de alguna manera presionando para que sigas por ahí. Pero yo hago el programa que me gusta como persona. No estoy en esto para mantenerme. Mi opinión es que cuando empiezas a pensar en qué da más audiencia, estás muerto.

¿Pero no miras más el dato desde que estás en prime time?
No. Te lo juro. Hace 25 años estaba en una radio pequeña, en la hora de la siesta en Alcalá de Henares. Desde entonces no he hecho otra cosa que preguntar, buscar, aprender y apasionarme. No puedo poner en peligro lo que soy, no puedo volverme loco. Y en la tele eso es muy fácil. ¿Por qué Cuarto Milenio lleva 12 temporadas? Porque aunque quieras que te vean más porque eres profesional, eso no nos muta. Hay que ser fiel a la búsqueda personal.

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Estamos en la sede de Cuarzo. ¿Cuál es tu vínculo con Ana Rosa como productora?
De mucha libertad. Fíjate, ni conocía la sede. En cierto momento nos unió Pedro Rodríguez, una persona maravillosa, y él fue quien me convenció. El grupo Prisa tenía bastantes problemas, y esto fue como una tabla de salvación. La libertad es completa: somos socios, nunca no han puesto ni un solo problema, jamás se han metido en nuestro trabajo, ni la cadena tampoco.

¿Ahora con Zoom tampoco ha habido ningún toque?
No. Nos tienen mucho respeto y lo agradezco mucho. Quizá es que ya, después de tanto tiempo, saben cómo eres. Yo no voy de chuleta, pero si mañana me quitan el programa de televisión haré lo mismo que he hecho toda mi vida, con más o con menos: seguir siendo un curioso, preguntarme qué coño es esto de la realidad. Sin faltar a nadie, no es la misma situación que la del presentador que necesita imperiosamente estar en la tele y hacer caso de la estructura porque es su medio. Yo soy un periodista, pero por encima de eso soy la persona que te cuento. Ante decisiones muy concretas y muy polémicas, la cadena creo que ha visto que este tío tiene unos valores y no va a cambiar porque se lo digan. Entonces mejor ni me lo dicen (risas).

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¿Y la cadena no ha intentado exprimiros a Carmen y a ti en otros programas?
Bueno, Zoom es idea de Vasile. Me comentaba que quería que fuera antes en horario, y yo le dije que estaba dispuesto, fíjate que es una jauría con El peliculón, El debate de GH… Ahora sufriremos la travesía del desierto con OT y Salvados, pero ahí estamos. Nuestra relación con Paolo Vasile es muy especial: él es antropólogo y yo soy muy fan de un personaje italiano del siglo XIX relacionado con esa materia… Yo creo que Paolo vio allí que no éramos la gente de la tele convencional, algo que no es ni bueno ni malo. Pero tengo que decir que nunca he notado tanto cariño por parte de un directivo como de este hombre. Es su apuesta también, y eso que hablamos de Vasile y de Mediaset, donde se mide todo al milímetro. Es una suerte que haya un interés personal. Por eso con Zoom no podía decir que no al riesgo.