La responsabilidad y las ganas de estar a la altura de Raquel Sánchez Silva marcaron la primera incursión de Lara Álvarez en Supervivientes. En la segunda se relajó mucho más y sacó su lado más divertido y bromista con Jorge Javier Vázquez y Sandra Barneda. Ahora que arranca la tercera, anuncia que la veremos algo más seria porque se avecina una aventura más extrema que nunca, que arrancará con una acción sorpresa por su parte quizá relacionada con el salto desde el helicópero. En cualquier caso, la presentadora está feliz por volver a Honduras al frente de un formato “que marca tu carrera y tiene detrás una producción y un montaje enormes”.
Tú eres la cara amable de todo ese curro.
Este año no tan amable. Lo digo por el tipo de pruebas que se van a hacer y las situaciones que van a vivir los concursantes… Ya en la promo se ha visto que es un poco más agresiva que otros años. Va a salir menos mi sonrisa pero también intentaré que sí, porque los concursantes de verdad que lo pasan mal y tienes que ser amable con ellos. Espero que vengan muy preparados mentalmente porque van a enfrentarse a cosas muy novedosas. Tenemos mil cosas preparadas que van a sorprender muchísimo.
¿Las sabes ya todas?
Algunas van a ser sorpresa incluso para mí. Pero sí estamos hablando de una edición donde de verdad se va a ver una supervivencia extrema y donde habrá pruebas impactantes.
En el casting hay tres parejas. ¿Qué papel jugará eso en la mecánica?
No lo puedo contar concretamente pero me parece una idea novedosa. La supervivencia en pareja puede variar según cómo te lleves… Pueden darse situaciones extremas multiplicadas por dos: no como y encima te tengo que ver la cara (risas).
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Físicamente te has preparado al menos con el bronceado para no quemarte, ¿no?
¡Qué va! Es que tengo una terraza maravillosa y desayuno ahí, un puntazo. Físicamente sí me preparo, porque allí las condiciones de trabajo son muy diferentes, con 35 grados, un porcentaje de humedad altísimo… El primer año hubo momentos en que lo pasé un poco mal por mareos, bajones de tensión, falta de fuerzas… Ya el año pasado decidí ponerme las pilas y este he continuado con esa tónica.
El año pasado se te noto una evolución clarísima en tu forma de presentar, más relajada y bromista. ¿Cuál es tu reto en esta edición?
Más que un reto profesional es una cuestión de que te vas haciendo con el formato y conoces mejor a los compañeros; este es mi tercer año con Jorge Javier y ya es como ver a un colega, y con Sandra es la segunda vez y es guay también. Hay más complicidad, te has visto también fuera del programa… En el primero había mucha responsabilidad, más sustituyendo a Raquel Sánchez Silva que es maravillosa y el espectador la adoraba, iba con un poco de miedo por cumplir la expectativa. El segundo te relajas y el tercero… Ya te contaré a la vuelta. Ojalá que haya una evolución, porque siempre intento sacar algo más. Quizá probar a ser un poco más cañera, pero no demasiado porque luego lo paso mal, ellos llegan a lo mejor destrozados de una prueba, les digo que no pueden hablar y te miran con una cara… Es complicado.
Raquel Sánchez Silva mandó un mensaje de cariño y suerte a todo el equipo.
Sí, allí la quieren mucho. Creo que Supervivientes es un programa de los que te marca para toda la vida, no solo profesional sino también personalmente. Todo el mundo que pasa por allí, pienso en Paula, Raquel, Eva, Mario Picazo…, es muy especial. Es un tópico, pero para explicarlo hay que vivirlo. Son tres meses de convivencia total, allí no cojo un coche, voy en barca a todos lados, vivo entre palmeras… A mí me ha marcado tanto que hasta lo llevo tatuado. Cuando desconectas de tecnología y vuelves a la simpleza de las cosas te reencuentras contigo mismo, que es lo que les pasa a los personajes: al principio están muy metidos en su persona pública pero al cabo de las semanas se reencuentran con su yo normal fuera del circo mediático.
A nivel de salud a veces pasa factura, como le sucedió a Paula Vázquez. ¿Te da miedo?
Toco madera. Soy muy extrema en los cuidados: todos los días me echo repelente, protección solar, intento cocinar en mi villa, me lavo los dientes con agua embotellada, no tomo alimentos peligrosos, llevamos un cocinero de España… Es verdad que a la mínima te coges cualquier virus y se lía, y tienes que estar.
En tu instagram te has lanzado a cantar guitarra en mano. ¿Es otra de tus pasiones?
Era una de las cosas que más vergüenza me daba. A mí me alucina, lo hago sin parar. Es algo que no había conseguido hacer ni delante de mi madre, y me dije que tenía que romper ese miedo. Así que lo colgué y fue muy guay porque a la gente le gusto y a mí, más. Si disfruto yo cantando y la gente viéndolo, es un regalo mutuo. Me la llevaré a la isla porque me relaja, soy autodidacta y he aprendido así.
¿También compones?
Sí, tengo mis canciones. Igual me lanzo a colgar alguna en mi instagram.
Solo te faltaba cantar bien para ser perfecta… ¡Dinos algún defecto!
Tengo un montón (risas). Por ejemplo soy supercabezota, extremadamente exigente conmigo misma, muy impaciente… Eso lo intento trabajar todos los días porque lo quiero todo para ayer.
En la tele la impaciencia es muy mala consejera…
Muy mala, sí. Dentro de que soy impaciente intento no tomar decisiones apresuradas, las medito bien. En la tele hay altibajos y trabajo para llevarlo bien.
En Telecinco se ve muy claro que hay veces que la racha te lleva a presentar programas y otras a ser colaborador o concursante de reality. ¿Llevarías bien ese paso?
Al final es una cuestión de adaptación constante y de intentar evolucionar en lo que sea. Siempre que me levanto me marco la meta de intentar superarme en algo, ya sea de trabajo, con mis amigos… No me niego a nada, nunca voy con el no por delante. Porque yo ahora mismo estoy presentando Supervivientes pero seguro que hace cinco años, cuando hacía deportes, no sabría si me veía o no en entretenimiento. Son cosas que siempre me han aportado y han sumado.
