¿Cuáles son los grandes frentes abiertos?
¡Uf, miles! Su relación con EE.UU. vuelve a estar al rojo vivo por la supuesta injerencia del Kremlin en la victoria de Trump. Además, Rusia sostiene al régimen de Bachar El Assad en el conflicto en Siria y continúa su apoyo a los rebeldes pro rusos en Ucrania. Y en 2018 habrá elecciones presidenciales y un mundial de fútbol.
¿Cuántos formáis el equipo?
Tengo la suerte de contar con un equipo íntegramente ruso: Karina, la traductora; Iván, el cámara; Natasha, la administrativa, y Anatoli, el conductor, capaz siempre de coger el camino más corto en medio de un tráfico infernal.
¿El cambio de destino influye en tu actividad?
Trabajas en otro escenario, con otros protagonistas, pero mi misión es la misma en cualquier lugar: ser testigo con mis propios ojos, tener el mayor número posible de fuentes y contar la verdad, pravda, que dicen por aquí.
¿Y las trabas más difíciles?
La burocracia es muy pesada, igual que en Rabat. También existe desconfianza hacia el periodista extranjero. Y dificultades para encontrar voces críticas fuera del discurso oficial.