Aunque muchos dicen que juega con ventaja por ser cantante, Fran Dieli asegura que siente la misma responsabilidad que sus compañeros en la sexta edición de Tu cara me suena (la lista completa de concursantes, AQUÍ). Hablamos con él sobre sus miedos y expectativas en el concurso de Antena 3.

¿Un reto o una oportunidad?
Me parece una oportunidad de escándalo para disfrutarla y para aprender. Me han temblado las piernas al verlo oficialmente y esa es una sensación que siempre me ha gustado tener.

¿Qué tema te gustaría interpretar en el programa?
Me gustaría sorprender a la gente haciendo cosas totalmente diferentes de una semana a otra; algo que no se esperen... Un día algún rapero, otro día alguna diva o algún flamenquito.

¿Qué cantante te supondría un reto especialmente difícil?
Los más excéntricos suelen ser más sencillos que los austeros, porque tienes más dónde agarrarte. Por otra parte, es físicamente muy difícil intentar imitar la voz de una mujer… Es decir, que me pones a Aretha Franklin y a ver qué hago (risas).

¿Cuál ha sido la mejor actuación de la historia de Tu cara me suena?
Blas, haciendo de Diana Navarro, no me pareció algo del Planeta Tierra.

Si pudieras elegir a alguien para hacer un dueto…
Una de mis ilusiones es hacer el popurrí final de la película Moulin Rouge ¡De Nicole Kidman me ponéis a quien creáis! Se admiten sugerencias (risas)

Angy, Roko, Edurne, Ruth Lorenzo, Blas Cantó… La victoria en Tu cara me suena ya no es cosa solo de mujeres. ¿Vas a por ella?
Dame tiempo. Aún tengo que interiorizar que soy concursante. Yo, por supuesto, voy a darme por completo, a pasármelo lo mejor que pueda, a intentar que la gente se quede pegada a la tele los minutos de mi actuación, a hacer reír… Y a ver qué opináis desde casa. Esto va a ser un descubrimiento, para mí el primero.

Ángel Llácer, Lolita, Carlos Latre, Chenoa... ¿A quién temes más como jurado?
Tendré que intentar camelármelos. Quizás me preocupa más Carlos Latre, por entender tanto de la parte técnica como de la imitación. O Àngel Llàcer, porque es muy cariñoso, pero igual nos dice una verdad como un templo, que nos pone firmes. Si veo que no va bien la cosa, intentaré besarle.