Un casting lleno de contrastes, tanto de personalidad como de gustos culinarios, un intenso rodaje, que se hace a lo largo de doce horas y con tres cámaras en la casa de cada concursante, y una grabación dividida en tres equipos, es la esencia de Ven a cenar conmigo. “Buscamos personas muy variadas, divertidas y habladoras, que quieran ganar los tres mil euros del premio y que sean competitivas”, explica Pablo Abelenda, productor del programa.

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Con estas premisas, el formato, que ya se emitió en Antena 3, se ha ido asentado en el access al prime time de Cuatro con buena audiencia. “Hemos resuelto muy bien lo que nos pedía la cadena, construyendo el concurso paso a paso, y ya nos siguen cada día unos 500.000 espectadores”, añade Abelenda. Según el productor, alrededor de una mesa, la gente se muestra realmente cómo es. “Provoca un momento de intimidad y genera muchas dinámicas de grupo, además de roces, polémicas, odios, amistades... El objetivo del espacio es juntarlos y ver qué pasa. Además, el público se suele enganchar y se queda con la intriga de lo que pasará al día siguiente en la mesa”.

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Cualquier día de grabación es intenso y sorprendente. “El programa es difícil y requiere mucha dedicación. Normalmente, por la mañana se leen los menús y se graba su elaboración, además de la recepción de los concursantes y la cena, que dura cuatro o cinco horas y que se desarrolla durante el día”. Y el montaje y el sonido es otra pieza fundamental de Ven a cenar conmigo. “Nos permitimos meter algún chiste en la locución y explotamos los talentos de los concursantes”.