Frank Cuesta vuelve al continente africano para vivir una de las experiencias más importantes de su carrera: grabar a los últimos gorilas en lo que llama su casa, la República Centroafricana, uno de los países más pobres del mundo, asolado por la guerra, la caza furtiva y el tráfico ilegal de especies y piedras preciosas. El documental, de cinco entregas, que DMAX emite los domingos, ha supuesto un antes y un después en su carrera. "Me ha marcado comprobar que la vida de las personas vale menos que la de los animales. Y esto será así hasta que los gorilas sigan dando dinero, después no importarán nada", afirma.
Intrépido y valiente como siempre, junto a su equipo de cinco personas, Frank ha estado en la selva africana en condiciones realmente duras y peligrosas, tanto físicas como psicológicas. "Para rodar los episodios de Wild Frank: Gorilas, en el área protegida de Dzanga Sangha, estuvimos meses. Los gorilas aparecían y desaparecían de repente y había que estar ahí para recogerlo. A cuarenta grados, expuestos a enfermedades y a los asaltos de grupos rebeldes. También hemos comprobado cómo viven otros animales salvajes de la zona".
Afirma haber hecho el mejor reportaje de primates de la historia, "pero también el más triste, al poder comprobar lo hipócritas que llegamos a ser los humanos".
Y solo había una manera de localizar su objetivo y que, por desgracia, también usan los avispados cazadores furtivos locales, autores de la masacre de muchos de estos primates: "El eco de sus largos y sonoros pedos en medio de la selva; los gorilas comen muchos higos y otras frutas silvestres y tienen aerofagia constantemente".
Y, como siempre, mostrando a los animales de cerca...