Ya de niño, Javier desarrollaba diversos artefactos caseros, como sistemas para transportar cosas de un piso a otro o legos complicados. De mayor se atrevió a diseñar un invernadero automático, que aún sigue perfeccionando. Nunca imaginó que llegaría a la televisión, que no le interesa demasiado, sino dedicarse a la ingeniería electrónica, su pasión.
¿Cómo llegas a El hormiguero?
Estudié la carrera en Granada, aunque el tercer curso lo hice en Roma, de Erasmus. Después de acabar el máster me vine a Madrid. Unos amigos me hablaron de una oferta en Facebook que habían visto y mandé el currículum. No sabía que era para el programa, y al final me cogieron.
¿Y qué te pidieron?
Buscaban gente con iniciativa, con capacidad para desarrollar ideas y que fueran accesibles y muy caseras.
¿Te has especializado en robótica?
Yo soy ingeniero electrónico, y todo lo que sé de robots lo he aprendido en Internet, con proyectos de código libre.
¿Te atrae salir en la tele?
Tampoco considero que estoy metido en ella. Es mejor pensar que no tienes cámaras delante. Hago proyectos que me gustan y los defiendo, nada más.
¿Cómo te llevas con Pablo Motos?
No tenemos mucho contacto. Yo formo parte del equipo de ciencia. Él busca que todo sea atractivo, natural y que la gente se divierta. Me llevo muy bien con todos y hay un ambiente de trabajo muy bueno.
