Por motivos personales –su hija Ibai ha superado un cáncer de huesos con 15 años–, Jon Sistiaga no podía alejarse mucho de casa. “Así que me saqué de la chistera la idea de los siete pecados capitales, que no dejan de ser comportamientos de la fragilidad humana”. La avaricia de la corrupción, la ira en el fútbol o la envidia en la prensa del corazón son ejemplos de esta nueva visión de los pecados en Tabú.

¿Ha sido difícil encontrar voluntarios para hablar de estos temas?
Es un programa complicado de ver y de hacer, porque aparece gente que se abre en canal para hablar de sus miserias. Es complicado convencer a alguien de que hable porque es avaricioso o envidioso (risas), y muchos querían pero no se atrevían porque no querían aparecer bajo esa etiqueta. Pero ha habido otros que sí.

¿Quién te ha sorprendido más?
La avaricia es, según el CIS, el segundo problema que más preocupa a los españoles. Tuvimos que hablar con corruptos como David Marjaliza, que ha manipulado a numerosos políticos en Madrid y que confesó que 100.000 euros caben en un bolsillo y se pasan en cualquier cafetería.

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Son un tema tabú cuando todos los cometemos…
Todos y varios…

Los relacionas con temas como el fútbol. ¿Para abrirnos los ojos?
Al fin y al cabo es una clasificación que hizo la Iglesia para hablar de los vicios, y un millenial probablemente no sepa lo que es. No quería un programa teológico o filosófico, sino que lleve los pecados a un terreno que nos pueda abrir los ojos, como ese padre que permite a su hijo insultar en el fútbol, ese lugar donde están permitidos gritos xenófobos o racistas.

Describes la soberbia como el pecado de los pecados.
Es el peor porque es la madre de todos. El soberbio es avaricioso porque quiere más; es envidioso porque no soporta que otros estén por encima de él y estalla en ira…

¿Se intensifican con las redes sociales?
Generan en nosotros una personalidad virtual que nos permite hacer cosas que en el día a día no haríamos: soltar tweets iracundos, morirnos de envidia de nuestros amigos en Facebook, solo subir las mejores fotos y lo bueno que nos pase en Instagram... Las redes son un ejercicio de egocentrismo.

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Vienes de analizar la muerte y el miedo. Junto a los pecados, ¿qué te han enseñado del ser humano?
No hemos cambiado nada en 2.000 años, con las mismas conductas que deberíamos subsanar. Robinson Crusoe no pecaba cuando estaba solo, sino cuando aparece Dios o Viernes. Siempre se cometen contra otros.

Focalizas en el lado oscuro de las personas. ¿Sigues viendo luz?
Se aprende la primera vez. Si no eres capaz de cubrir un conflicto sin que te afecte, debes dejarlo. Para hacer periodismo emocional necesitas lo que llamo ‘preocupación indiferente’: impresionarte con las cosas que te cuentan, tener empatía con las personas que hablas y cierta indiferencia para superarlo, porque incluso te harás amigo. Hay ‘hijos de puta’ muy simpáticos.

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