¿Por qué ese interés por el crimen?
Siempre hay una atracción especial hacia la maldad. Todos llevamos una especie de investigador dentro y las series de misterio nos muestran la sociedad sin tapujos y nos enseñan un mal enorme que a veces nos consuela del mal pequeño que nos rodea. Por otra parte, tememos a la maldad y por eso queremos explicarla. La maldad puede estar en nuestro vecino, en nuestro amigo, en nuestro padre, en nuestro hijo o en nuestro amante; y si eso nos da miedo, todavía nos da más pensar qué parte de maldad hay en nosotros.

¿En todos hay un héroe y un villano?
Por supuesto, pero el héroe sale más difícilmente. Cuando nos ponen al límite y eso lo saben muy bien los corresponsales de guerra, casi siempre sale la peor parte, la alimaña que llevamos dentro. Pero no sale de la misma forma en todos los seres humanos: unos son malos y otros son monstruos.

¿Un asesino es un psicópata o un ser maligno?
Nos hemos acostumbrado a decir que todo el mundo es psicópata y los asesinos se agarran a eso para exculparse. Pero hay seres humanos que son mucho peores que otros. Y no es cuestión de familia o de educación sino de la esencia.

Entre 1994 y 1997 presentabas el programa A toda página en el que se recogían noticias de crónica social y de sucesos. Creo que de niña ya te interesaba el género negro.
Llevo en el ADN las novelas policiacas desde que leía a Los Cinco, Los siete, o Los tres investigadores. Me gusta el género desde siempre, como lectora.

¿Por qué has empezado esta colección Sin Ficción con el libro de Alfonso Egea, 29 balas y una nota de amor?
Ya había colaborado con la editorial Al revés con temas de género negro, pero tenía la impresión que había un hueco en el mercado para libros que se basaran en casos reales de sucesos, que no tuvieran ni una coma de ficción, libros montados como una novela, pero con todos los datos reales y hasta los propios diálogos están sacados de los sumarios. Y por eso los escritores son periodistas que están metidos en temas de sucesos, que han seguido en detalle cada uno de los casos que cuentan. Empiezo por Alfonso porque le conozco desde hace muchos años y sé que es un profesional como la copa de un pino. Trabajamos juntos en Telemadrid y fue una sintonía inmediata.

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¿Te gusta cómo cuenta cada caso?
Escribe muy bien y su manera de contar las historias, de reflejar la realidad, es perfecta, respetuosa, con enorme calma; es un periodista de una honradez extraordinaria. Apostar por él para inaugurar la colección Sin Ficción es jugar sobre seguro. Y además le quiero mucho (risas).

¿Qué te impacta en el caso de Rosa Peral y Albert López como homicidas de Pedro Rodríguez, que es la trama de 29 balas…?
La necesidad de cariño que tienen esas mujeres fatales. Rosa es una manipuladora, pero sobre todo tiene una necesidad brutal de que la quieran. Necesita probarse a sí misma que donde va, arrasa. Es ese tipo de persona que necesita que le digan constantemente lo guapa que es y lo bien que hace todo para reafirmarse.

En 2016 ya escribiste de forma colectiva la obra de ficción Obscena. Antología de relatos pornocriminales. ¿El sexo y el crimen van unidos?
Eros y tanatos. La muerte y el sexo o la pasión siempre aparecen en el género negro; tiene que ver con sacar lo mejor y lo peor del género humano.

La colección, además del libro 29 balas y una nota de amor, de Alfonso Egea, publicará también Operación Candi, de Manuel Marlasca, La catedral de Santiago y el robo del Códice, de Luis Rendueles y Angie, de Mayka Navarro. ¿Son los episodios más oscuros y sobrecogedores de la crónica negra?
Hay muchos episodios para elegir, pero lo fundamental es que cada uno de nuestros autores tenía que elegir casos diferentes entre sí, con ingredientes distintos para que la colección resulte atractiva. El primer libro es el caso de una mujer fatal, el otro es de pederastia…

¿Quiénes son tus escritores de referencia?
Me ha influido mucho Borges y García Márquez y soy una lectora compulsiva de poesía. En género negro he leído de todo, desde Poe hasta Patricia Highsmith pasando por Simenon, Chandler, Wilkie Collins, Ellroy…También he leído a clásicos como Stendhal porque “Rojo y negro” es un libro definitivo…He sido una lectora voraz toda mi vida y muy desordenada porque no he tenido una guía a seguir.

¿Leías todo lo que encontrabas en casa?
No. Mi historia es curiosa porque en casa de mis padres sólo había libros de Derecho y de Economía. Mi padre era un lector práctico y salvo seis novelas que eran de mi madre y que devoré varias veces, no había más. Pero tenía una tía que tenía una biblioteca excepcional, en la que empecé a robar libros muy jovencita. Ella me prestaba, pero además yo le robaba otros (risas). Todavía recuerdo cuando cogí Matar a un ruiseñor, de Harper Lee, que todavía tengo en mi casa como oro en paño.

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En tu último libro, La mala suerte, regresas con el enigmático detective Roures para enfrentarse a la extraña desaparición de una joven en Mallorca. Roures es tu apellido Robles, en catalán. ¿Por qué ese guiño?
Mi padre se llamaba Antonio Robles y por eso le puse al detective el nombre de Tony Roures, en catalán. Y el apellido Robles es Carballo en gallego, el detective que creó Manuel Vázquez Montalbán, al que conocía y admiraba; su libro Los Mares del Sur me cambió la vida.

¿Ya estás pensando en un próximo libro?
Sí. Será otra novela policíaca y con Roures como protagonista de nuevo.

¿Te gustaría que acabara convertido en un personaje de cine o televisión?
Me gustaría, pero yo sigo pensando en literatura, donde cada lector se imagina al personaje de forma distinta. Sólo puedo decirte que Roures tiene 62 años y es un tipo atractivo.

En DKISS repasas los crímenes más impactantes de EEUU.
Hay una cultura especial en el mundo anglosajón de contar todo lo que pasa en el mundo del crimen. Recuerdo que cuando vivía en Londres, hace muchos años, había un programa que se llamaba Stop Crimen, que incitaba a la gente a que delatara a los posibles criminales. Lo hacen muy bien. Y en Estados Unidos, concretamente, teniendo en cuenta que hay una enmienda que favorece que tengas un arma en tu casa, ¿cómo no va a haber crímenes? Cada vez hay más.

Desde marzo de 2013, dirigías y presentabas Entre Comillas, para la agencia EFE, donde entrevistabas a personalidades relacionadas con el mundo de la cultura. ¿Por qué se acabo?
Ya no daba más de mí. No podía leerme dos libros a la semana para hacer las entrevistas como yo considero que se deben de hacer. Estaba anhelando que llegara el verano para leer lo que o quería, no sólo lo que tenía que leer. Por eso, con todo el dolor de mi corazón, dejé el programa.

Tú hiciste cameos en Farmacia de guardia y Los ladrones van a la oficina. ¿Has pensado alguna vez dedicarte a la interpretación?
¡Que va! ¡Me horroriza! ¡Soy la peor actriz del mundo! Eso que hice en televisión y otro cameo que hice en el corto Te lo mereces, fue suficiente para comprobar que soy una pésima actriz (risas). Y eso que Pedro Masó me persiguió para que protagonizara una serie….