Comenzó su andadura profesional con 18 años en Radio Sinfonía, emisora municipal de Murcia, al tiempo que iniciaba sus estudios de Periodismo en la Universidad San Pablo CEU de Valencia. Más tarde trabajó en Onda Cero, la Opinión de Murcia, Europa FM y Diario de Valencia, hasta que se inició en el mundo televisivo en el programa "En directo desde la calle", en Valencia TeVe. Desde entonces se ha especializado en periodismo de investigación de sucesos y crónica negra. En 2001 se incorporó al equipo de sucesos del programa "Historias de hoy" y durante cinco años fue reportero Jefe de Reportajes de la revista "Así son las cosas". Su labor como colaborador en calidad de periodista de investigación y sucesos se ha desarrollado en diversos programas de televisión tanto nacionales como autonómicos. Coautor de los libros "Asesinos" y "Condenado a muerte", también ha publicado "Hay chicos malos. El caso Marta del Castillo".

¿Por qué a la sociedad le siguen interesando los crímenes?
Te lo resumiré robándole la frase a un buen amigo, que se llama Luis Rendueles (y que también publicará en la colección Sin Ficción): “La crónica negra te hace sentir vivo porque el asesino puede viajar en el metro contigo y tú no lo sabes”. Tú crees que nunca cometerías ese crimen, pero ves la prensa o la televisión y te dices:¡“Pero si ese tipo es como yo”!

“Tu último libro está basado en el crimen de los guardias urbanos Rosa Peral y Albert López contra el también guardia Pedro Rodríguez, que era la pareja de Rosa. ¿Por qué el título de “29 balas y una nota de amor”.
Parte del título del libro esconde un secreto que hay dentro de la obra, así que hay que leer hasta el momento en el que aparecen las 29 balas y la nota de amor. El título también explica la historia en sí porque una bala siempre es un elemento hostil, letal y una carta de amor es todo lo contrario. Y en esta obra pasan las dos cosas y a la vez. Hay una historia de amor enorme y una historia de hostilidad que incluye un crimen.

Ese caso partía del descubrimiento de un coche, en los alrededores de Barcelona, totalmente calcinado y con unas cuantas piezas óseas en su interior. ¿Es uno de los más estremecedores que has tenido la oportunidad de conocer?
Sin duda. Todavía no ha llegado el segundo aniversario del asesinato de Pedro Rodríguez y es impresionante la cantidad de cosas que han sucedido durante todo este tiempo. Por los participantes, las características de los protagonistas y la propia tipología de la muerte es uno de los casos que más me ha llamado la atención. Es una historia muy de piel en todos los sentidos. Hay muy poco sentido común, muy poco raciocinio previo al crimen; todo es muy primitivo. Luego sí se intenta poner en marcha la parte cerebral de sus protagonistas.

¿Es cierto que los cadáveres hablan?
Sí. Un comisario retirado hace bastantes años me decía: “el cadáver te va a contar muchas cosas”. De sí mismo y de la persona o personas que han terminado con su vida. El trabajo del asesino es intentar que ese cadáver te hable lo menos posible. El cadáver es el resumen de un asesinato a ojos de un investigador, solo que hay que tener la pericia para saber lo que te tiene que contar.

Este es un caso pasional porque la historia parte de una pareja rota antes del asesinato, la de Rosa Peral y Pedro Rodríguez y un tercer guardia que era el ex novio de Rosa y le ayuda a perpetrar el crimen de su anterior novio. ¿El sexo y el odio están presentes en todas las escenas de las vidas y en las relaciones de este trío?
El sexo es uno de los grandes móviles de los asesinatos de la historia. Se puede matar porque se ama mucho o se ama mal. Y dentro de esa parte animal del ser humano también entra el odio. Te mato porque no te soporto. En esta obra en concreto, el amor y el odio están presentes desde la primera página.

¿Estás contento por inaugurar esta colección titulada “Sin ficción”, que dirige Marta Robles?
Orgullosísimo. La apuesta que hace la editorial “Al revés” por este nuevo sello, “Sin Ficción” es totalmente acertada porque todo lo que sale publicado en esta nueva colección es real, todo ha ocurrido. Y Marta Robles a la cabeza es perfecta porque es una compañera que te lo pone todo muy fácil y además se ha convertido en un referente en la novela negra.

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Los dos colaboráis en “Espejo Público”, de Antena 3. ¿Cómo surgió esta colaboración?
Marta y yo nos conocemos hace muchos años, cuando tuve la enorme suerte de trabajar con ella en Telemadrid y enseguida descubrimos una afinidad clara; desde entonces hemos trabajado de forma intermitente, pero de forma muy intensa. Cuando nos vemos después de un tiempo sin vernos, parece que fue anteayer.

Afirmas que la investigación de un asesinato o de cualquier hecho criminal de una cierta gravedad es como una receta de cocina de la abuela.
Sí. Vivimos una época en la que nos han inoculado, sobre todo a través de televisión, que la investigación policial se basa en la ciencia fundamentalmente. Nos fijamos muchos en series como CSI. El avance tecnológico que ayude a una investigación está bien, pero el olfato, el instinto es fundamental y eso sólo lo tienen los buenos policías. Es un puñado de lógica deductiva, otro puñado de estrategia emocional, una pizca de perfilación criminal, dos cucharadas de intuición y esa medida imposible de medir de genialidad basada en el talento en los conocimientos y el esfuerzo.

¿Crees que este crimen acabará estudiándose en las facultades de criminología?
Sí porque en este caso los investigadores hicieron uso de su genialidad y pudieron determinar la identidad de los restos óseos encontrados gracias a la prótesis que tenía implantada el fallecido en la zona pélvica. Esta prueba era una evidencia más que suficiente para saber con certeza que el cadáver pertenecía a Pedro Rodríguez, un policía local de Barcelona. Un policía asesinado y encerrado dentro de un maletero. Los asesinos, también policías, trataban en cambio de inducir a los investigadores en sentido contrario y sólo gracias a ese olfato del buen policía se resolvió el caso. En este caso tenemos policías intentando cazar policías, que aparte de perverso, es muy complicado.

¿Rosa Peral era una mujer tan atractiva como calculadora?
Sí. Me parece una persona atractiva en todas sus facetas: en cómo ejercía su trabajo como policía; y en lo personal me parece muy seductora, pero no sólo en lo sexual sino que su propia personalidad es seductora para hombres y mujeres. Hasta ha llegado a preocuparme esa admiración que me produce porque al tiempo es tan despiadada, que arremetía contra todo y contra todos con tal de salvar el pellejo. Ella llegó a realizar públicamente, entre amigos, una calculada puesta en escena para recibir la noticia de la muerte de su pareja.

Su ex marido, Rubén y padre de sus dos hijas afirmaba que ella siempre quería tener la razón y era difícil el entendimiento con ella.
Rubén aseguraba que era una persona muy manipuladora. Tuviese o no razón, incluso dejando claro que mentía, ella siempre tiraba para adelante. Daba igual que todo acabara siendo un absurdo; ella seguía mintiendo. Rubén y Rosa se conocieron cuando tenían 16 años y ha sido testigo de su evolución durante veinte años; es quien mejor la conoce.

Y en esas aparece el tercer implicado, Albert López Ferrer, otro guardia urbano, aficionado al boxeo, a las motos y al gimnasio. Un hombre de 1,85 metros y de complexión fuerte. ¿Por qué un hombre así decide ser cómplice de asesinato con Rosa? ¿Por amor?
Albert es la demostración de lo que es capaz de hacer Rosa. Cuando una persona consigue que otro ser humano ponga su carrera en riesgo, su vida y su libertad…cuando consigues arrastrar a un crimen a otra persona (si es que en el juicio se acaba demostrando que Rosa y Albert son los asesinos de Pedro Rodríguez) sólo es por dos posibilidades: o Rosa ejercía un poder absoluto sobre Albert o bien Pedro sabía algo sobre Rosa y Albert que hacía peligrar la existencia de los dos.

En el informe policial se sabe que Rosa manipuló el teléfono de Pedro para engañar a su ex mujer, Patricia, al mécanico y a los propios investigadores, haciendo ver que Pedro escribía mensajes cuando en realidad ya estaba muerto. ¿Cómo se descubrió que era un engaño?
En mi libro se da una explicación lógica que está muy bien, pero hay un punto de intuición policial que es muy importante. Y ese punto se pone interrogando a uno de los mejores amigos de la víctima. Cuando Pedro Rodríguez desaparece, Rosa lo atribuye a un enfado, pero los investigadores preguntan a uno de los amigos de Pedro, quien asegura que es verdad que se enfadaba de vez en cuando y cuando lo hacía, cogía la moto, se iba por ahí durante un par de horas y así se tranquilizaba. Pero en esta ocasión, la moto de Pedro seguía en el garaje de la casa.

Aseguras que el verdadero éxito policial no es resolver un crimen sino saber por qué se ha llevado a cabo…
Así es porque hay que averiguar por qué se ha cometido el crimen, quién lo ha hecho y qué le ha motivado a hacerlo, pero además hay que obtener una confesión. Los investigadores suelen tener claro quién es el asesino a las pocas horas, pero luego hay que demostrarlo. Porque si analizas el crimen te das cuenta que Rosa no tenía un móvil tan determinante como para que tuviera que acabar con la vida de Pedro Rodríguez. No era necesario.

Has comentado que la declaración de Rosa Peral a la policía era un insulto a la inteligencia de cualquiera; sin embargo, ella persistía en su versión de lo sucedido.
No le queda otra salida. Ha cambiado de versión varias veces. Mi opinión personal es que estuvo mal asesorada o bien no la pudieron convencer, pero alguien debería hacerle ver que hay un límite; porque ella nunca encuentra el límite por sí misma. Si dentro de unos meses resulta condenada por el asesinato de Pedro, no esperemos de ella una confesión.

Éste es tu cuarto libro. ¿Ya estás trabajando en el siguiente?
No (risas). Estoy tratando de recuperarme. El último libro que escribí, sobre Marta del Castillo, fue hace ocho años y acabé muy tocado. Este libro, “29 balas…” lo he escrito porque me lo pidió Marta Robles.

De todos los casos que has investigado, ¿cuál es el que más escalofríos te ha dado, el que más te ha impresionado a nivel personal?
Hay tres o cuatro y el crimen de Marta del Castillo es el que me va a acompañar toda la vida. Y desde que soy padre (su hijo tiene cinco años) he desarrollado un rechazo especial hacia la muerte de niños. Es difícil soportar todo lo que tiene que ver con víctimas infantiles y además me cuesta entenderlo.

¿Un asesino es un psicópata, un enfermo mental en la mayoría de los casos o de verdad existe la maldad, sin más aditivos?
¡Vaya debate! Hay expertos psiquiatras que dicen que todos somos psicópatas, que todos tenemos la tecla en la cabeza y lo que nos diferencia es que te la toquen o no. Creo que tenemos que empezar a entender que hay gente muy mala. Estos días están juzgando a Patrick Nogueira, el asesino de Pioz, en Guadalajara y es un caso que sólo puedes entenderle desde la maldad; hay seres humanos que no dan valor a la vida y son capaces de matar a toda su familia. Eso es maldad en estado puro.

¿Te planteas en tu profesión la esencia del ser humano? ¿Has perdido confianza en quien te rodea?
Todavía no gracias a Dios. Trabajar en este género te hace sentir especialmente vivo porque te das cuenta lo maravillosa que es tu vida. Te das cuenta de que todo tiene solución. Porque un asesinato no solo fastidias la vida del asesinado y la del asesino, sino también la de toda la familia de uno y otro. La familia de Pedro Rodríguez, el asesinado en “29 balas”, sufrió muchísimo, pero ¿imaginas lo que ha sufrido también la familia de Rosa Peral? ¿Cómo debe ser criar a un hijo que acaba convirtiéndose en un monstruo? Afortunadamente la mayoría de la gente es buena y algunos asesinos se ven en situaciones determinadas de las que no saben salir y se obcecan, pero eso no nos pasa al resto de la gente.

¿Qué tal te encuentras en “Espejo público”?
Feliz.

Sabemos que el programa de Ana Rosa, en Telecinco, te tentó con varias ofertas tras la marcha de Nacho Abad. Pero tú decidiste quedarte con Susanna Griso. ¿Te arrepientes?
En absoluto. Nacho forma parte de nuestro equipo y estamos muy contentos. El programa de Ana Rosa es un “programón”, tengo buenos amigos allí, pero yo estoy muy contento en mi programa en Antena 3.

¿Nacho y tú sois rivales u os entendéis bien?
Nos conocemos desde hace muchos años. Trabajamos juntos en la revista “Así son las cosas” y mi primer libro lo escribí mano a mano con él, hace quince años. Nos llevamos muy bien.

¿El hecho de que trabajes en televisión hace posible que te llegue información que no recibirías si trabajases más en la sombra?
A veces es posible, por la repercusión pública, pero también es verdad que los periodistas que llevamos tiempo haciendo sucesos, tenemos una habilidad especial para cruzarnos con las historias.

¿Cuándo decidiste que querías ser periodista de sucesos?
Hace veintitantos años trabajaba en un periódico en Valencia escribiendo sobre política local. Entonces se trabajaba todavía con los wally talky que tenía la radio frecuencia de la policía y una tarde hubo un aviso de un tiroteo; no había nadie en la redacción, así que cogí la cámara de fotos y me fui a cubrir informativamente el tiroteo. Y cuando volví le dije a mi jefe: “Dejo de hacer política local y me convierto en periodista de sucesos”.

¿Qué lees tú en tu tiempo de ocio?
Cualquier libro que satisfaga mi curiosidad científica, libros de divulgación que explican momentos puntuales de la historia, inventos, creadores... Estoy suscrito y leo permanentemente “National Geographic”; la devoro. Y no leo nada de novela negra; sería una sobredosis. También veo muchas películas porque me encanta el cine.