La serie se sustenta sobre un misterio y arranca cuando, después de varios días de no tener noticias de una mujer de origen chino con la que estaba empezando una relación, Félix (Leonardo Sbaraglia) decide intentar encontrarla. Para ello se embarca en una aventura que le lleva por las nevadas montañas de Andorra y le mete de lleno en una trama compleja y peligrosa. Todo un desafío para este profesor de instituto que le meterá en problemas, lo que le da un punto de humor a la serie.
Para encontrar a la misteriosa Julia (Mi Hoa Lee) contará con la ayuda de su vecino Óscar (Pere Arquillué), contrapunto perfecto del protagonista: “Él no es normal. Tiene una mirada muy particular sobre el mundo. Intentará ayudar a Félix en su viaje de buena fe y a su manera. Es divertido, extrovertido y entrañable”, asegura el actor.
El rostro de la ley es Mario (Ginés García Millán), un detective de la policía andorrana serio y estricto que, ante la insistencia de Félix, intentará aclarar muchas de las cosas que están pasando en el Principado.
Para Sbaraglia es su regreso a la televisión y está muy satisfecho con el resultado. Revela a modo de disculpa, o quizá más como un gesto de coquetería, que se ha cortado el pelo y la barba para la promoción de la serie. "Nunca me afeito. En mi vida normal me parezco a Félix", dice Leonardo Sbaraglia, que ha rodado dos películas desde que se quitó el atuendo de este hombre corriente que desmantela un entramado de corrupción y blanqueo en Andorra. La serie, un thriller con influencias de Hitchcock y un toque romántico –el protagonista busca a Julia (Mi Hoa Lee), una mujer asiática que desaparece justo antes de su segunda cita con ella–, supone el debut televisivo del director Cesc Gay (Truman).
Ahora, visto con perspectiva, ¿qué piensas del personaje?
Félix ha sido una de las experiencias más apasionantes y complejas de mi vida. Estaba en juego trabajar con Cesc, a quien ya admiraba mucho antes de Una pistola en cada mano (2012), donde coincidimos. He repetido un sueño que, además, ha sido un aprendizaje brutal. Fue como introducirme en un templo zen y no salir por temor a lastimarme o deprimirme.
¿Y qué has aprendido?
Uno siempre se deja iluminar por cada personaje, y este, a pesar de su fragilidad, es transparente y muy valiente. Aunque todo el mundo le tome por tonto, siempre resurge.
¿Qué tiene de romántica la historia?
Félix aún no sabe lo que es el amor, y en una de las versiones horribles que le cuentan sobre la identidad de Julia, él dice: “Una simple sonrisa puede despertar una pasión”. Esa creencia lo lleva hasta el final.
Cesc señala toques de Hitchcock, a quien admira. ¿Lo ves así?
No, yo lo vivo desde otro lugar; no fue mi referencia. Hay más ironía y los personajes están más salidos del eje de la normalidad, aunque sean normales. La serie se complementa muy bien con Hitchcock en el suspense, y ese era el gran desafío para mí y para el director, mantener el equilibrio entre la intriga y las emociones.
¿Crees que enganchará al público?
No tengo ni idea… Es una trama original y una producción muy trabajada. Tiene un personaje central como House of Cards, Breaking Bad… Yo la vería porque la firma Cesc, y descubrimos a un tipo en extinción que no se ve en otras ficciones. Hay que dejar de crear luchadores que no muestren debilidad; los hombres corrientes también pueden ser héroes. Félix recupera un mundo que ya no existe, el de la intuición y el romanticismo, y dota de humanidad a las personas.
Coincides con la debutante Mi Hoa Lee, tu enamorada en la ficción.
Compartimos solo dos días de trabajo. Me llamó la atención su físico misterioso y lo tranquila que estaba. Pero la construcción de su personaje lo hice en solitario; cada uno tenemos a una Julia en la cabeza. Por cierto, fíjate si este papel estaba escrito para mí, que mi hija se llama igual que ella; mi hijo en la serie, Leo, como yo, ¡y Félix era mi bisabuelo!
¿Qué quieres decir con que todos perseguimos a alguien como ella?
Ella representa el amor, la generosidad… Una idea utópica que nos da fuerzas para buscar lo mejor y mantener la esperanza.
¿Y tú tienes esa misma confianza en tus convicciones?
No, pero siempre aprendes algo, y más cuando pasas doce horas al día, durante cinco meses, con alguien así al lado. Félix te contagia su intuición, su ironía y también su liviandad. Posee una gran empatía y la intención es que el espectador se sienta cómplice de todo lo que le pase.
¿Por qué has trabajado tan poco en televisión?
Es verdad que hago más cine. Empecé haciendo series en Argentina con 17 años y aprendí mucho. Sin embargo, después me di cuenta de que no quería someterme más a un ritmo infernal, y fui alejándome. Ahora solo participo en producciones que se parecen a películas largas, sin muchas entregas.
En Félix apareces en todos los planos y secuencias.
Sí, pero tenía detrás unos guiones bien escritos y un personaje y un director grandes. Así podría resistir cinco temporadas sabiendo que estoy al servicio de algo que satisface. Aunque te paguen dos millones de dólares, puedes estar frustrado y acabar enfermando.
¿Esta producción sería posible en las generalistas?
En estas condiciones de inversión y convocatoria de autores y directores, sin duda. Apenas conozco el funcionamiento de otros canales. Al filo de la ley (2005, TVE) fue una experiencia buena, pero la de Movistar resulta ideal, y te das cuenta después.
¿Te quedarás en España para hacer más televisión?
Si surge, desde luego. Ya se empieza a hacer buena ficción. Vi La casa de papel y está súper bien producida; tiene un enorme éxito en Argentina. Después de Félix, he hecho dos papeles de reparto –Acusada, con Gael García Bernal, y El desentierro, con Jan Cornet–, y me cuesta encontrar proyectos similares.
Si quieres conocer más sobre el misterio que encierra esta serie, aquí tienes un adelanto:
