Tiempos de guerra, La catedral del mar y ahora Las chicas del cable. Estás en racha…
¡Es verdad! Llevo ya catorce años en el mundo de la interpretación, pero de repente, sin saber por qué, tienes la suerte de que un trabajo te lleve a otro y es una maravilla. ¡Quién me iba a decir a mí que en dos años, desde que empecé a rodar La catedral del mar, haría tres series de esta categoría! Es un sueño y un cambio brutal en mi carrera, pero soy consciente de que no puedo relajarte. Hay que seguir trabajando.

Háblame del papel que haces en la tercera temporada de Las chicas del cable.
Es un personaje muy distinto al de Magdalena, en Tiempos de guerra. Era un papel tan bombón que yo misma me preguntaba qué sería lo siguiente que hiciese que pudiera igualarlo o superarlo. Y en Las chicas del cable soy Lucía, una mujer muy cañera, muy luchadora, que se relaciona con los personajes de Carlota (Ana Fernández) y Sara (Ana Polvorosa). Las tres quieren cambiar el mundo y en la tercera temporada crean una asociación que se llama 'Las violetas'.

Feministas de los años 30…
Sí, formamos un grupo feminista que lucha por los derechos de la mujer y la igualdad. Y mi persona, Lucía, llega pisando muy fuerte en el terreno reivindicativo. Es una mujer misteriosa, con fuerza, con carácter…

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¿Te has documentado de cómo era España en esa época?
Sí. Es de las cosas más interesantes que me proporciona este trabajo. He descubierto en profundidad a Clara Campoamor y mujeres como ella que fueron pioneras en España, un país especialmente complicado porque estábamos muy atrasados respecto a Inglaterra, por ejemplo. He sentido la responsabilidad que supone transmitir el legado que nos dejaron mujeres así.

Mujeres que luchaban en soledad…
Desgraciadamente así era. Gracias a ella conseguimos imponer el voto femenino en la Segunda República, en el año 1933. Incluso su única compañera mujer, Victoria Kent, era contraria porque su partido creía que las mujeres estaban influidas por la iglesia y votarían a la derecha. Recuerdo que este tema lo pasaron por alto cuando estudiaba en el colegio.

Esta temporada la serie cambia de estética porque pasa de los años 20 a los 30.
Sí, se nota mucho sobre todo si la comparas con la primera temporada. Pasamos de los felices 20 y las chicas charlestón a una moda muy femenina, más ajustada. Me gusta mucho cómo se vestía entonces en España.

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¿Impresiona saber que a través de Netflix te van a a ver en 190 países?
Ya me pasó con Tiempos de guerra que, después del estreno en Antena 3 también está en Netflix. No me esperaba que en las redes sociales me escribiera gente de todo el mundo y que tu trabajo se viera en tantos países. Y en el caso de Las chicas del cable ya lleva dos temporadas en Netflix con mucho éxito, así que la tercera….

Háblame de nuevos proyectos.
En teatro, que es mi casa y donde he aprendido todo, lo último que he hecho es Requiem for Evita, de Jordi Prat i Coll. Y el 4 de octubre estreno con el mismo director una obra clásica de Santiago Rusiñol en el Teatro Nacional de Cataluña. Se titula El jocs floral de Canprosa (Los juegos florales de Canprosa) y Jordi lo ha convertido en un musical.

Combinas así tus grandes pasiones: la interpretación, la música y el baile.
Sí, estudie música de pequeña, bailo jazz, claqué, música contemporánea y empecé en esta profesión con Mar i cel, de Dagoll Dagon, un gran musical. En mi tiempo libre me gusta coger la guitarra y componer canciones y cantarlas y tengo un disco, en inglés, porque me siento muy cómoda en ese idioma. Se titula Scents. Pero han pasado cuatro años desde que lo saqué. Tengo claro que mi energía principal la dedico a la interpretación, aunque como actriz yo he cantado muchísimo en el escenario.

Das un concierto en el teatro Romea de Barcelona.
Sí, el próximo noviembre y en un teatro tan emblemático. Cantaré las canciones de mi disco pero también versiones de musicales y a lo mejor hasta canto coplas. ¡Me encantan! He descubierto la copla y me vuelve loca.

¿Cómo combinarás el rodaje de Las chicas del cable en Madrid y el musical en Barcelona?
Como pueda. Siempre me pasa lo mismo, que cuando estoy en Madrid echo en falta Barcelona y cuando estoy en Barcelona, me acuerdo de Madrid. De todas formas, cuando acabe la obra de Rusiñol, tengo en mente otro proyecto teatral que haré la temporada próxima, en 2019, en Madrid. Trabajaré en Mrs Dallowey, la adaptación de la obra de Virginia Woolf, en el Teatro Español dirigida por Carme Portaceli y con Blanca Portillo como protagonista.

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Este verano harás vacaciones…
Sí. Me gusta alquilar un coche y hacer una ruta por el extranjero con mi marido. Tres primeras noches de hotel y después a nuestro aire. Un año estuvimos mes y medio por Estados Unidos, de costa a costa, pero este año será por Europa.

¿Tienes hijos?
De momento no y con este trasiego, lo tengo complicado (risas). Mi marido es cantante clásico, es tenor y no tendría problema para trasladarse un tiempo a Madrid, si yo vengo aquí.

“Tengo la suerte que desde siempre he sabido que quería ser actriz”. Con esta frase encabezas la presentación en tu web. Sin embargo, estudiaste Comunicación Audiovisual. ¿No te apoyaron en casa?
Mi familia me apoyó en todo momento, pero como no había nadie que se dedicase a la interpretación –mi padre es arquitecto y mi madre enfermera–, me aconsejaron que estudiara otra carrera por si no podía vivir de la actuación. Además yo era muy buena estudiante. Así que acabé la carrera, pero nunca he trabajado como periodista porque cuando estudiaba segundo, en 2004, me presenté a una prueba para el musical Mar i cel y me cogieron. Luego, afortunadamente, he ido teniendo trabajo de actriz de forma continuada y hasta hoy.

Haces valer el dicho 'El que la siga, la consigue'.
Sí. Creo en la tenacidad y el esfuerzo. Voy poco a poco, trabajando mucho, sin complacencias. Y eso siempre da sus frutos. Soy además curiosa y me gusta aprender.