Solo cuatro meses después de estrenar la segunda temporada de Stranger Things, Netflix ha decidido seguir explotando la nostalgia con Todo es una mierda, producción de diez episodios protagonizada también por jóvenes valientes y sensibles. Esta vez la historia está situada una década después, en 1996.

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Luke (Jahi Di’Allo Winston), McQuaid (Rio Mangini) y Tyler (Quinn Liebling), tres amigos de un pueblo de Oregón llamado Boring, confían en que sus clases de audiovisuales les sirvan para saber más sobre el mundo de la radio y la televisión. Otro de sus intereses será conocer a alguna chica, especialmente Luke, que está encandilado con Kate (Peyton Kennedy), cámara del programa de televisión del instituto.

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“Hemos sido muy honestos, narramos lo que nos pasó sin saltarnos nada”, asegura Michael Mohan que, junto a Ben York Jones, debuta en la televisión tras una juventud en pueblos parecidos y una corta carrera en el cine independiente, que lo llevó al éxito de Save the Date, en 2012.

“Hoy los smartphones han acabado con todo pero no hace mucho nos escribíamos notas, hablábamos cara a cara y nos reuníamos todos al final de clase para perder el tiempo juntos”, continúa Jones, que tiene un pequeño cameo en la serie como profesor.

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