Vis a vis ha vuelto cuando hace año y pico parecía que se había acabado la serie sin éxito.
Sí, hemos vuelto gracias a los fans, que han movido las redes sociales y han demostrado que el público tiene mucho que decir hoy en día en el mundo de la televisión. Y también cómo ha cambiado la forma de ver televisión.
En esta nueva temporada aumenta la tensión.
Ha aumentado el 'thriller' y también el ritmo. La duración de cada capítulo es ahora de 50 minutos. Hay personajes nuevos que han entrado a otro nivel. Y visualmente es brutal, muy cinematográfica. Maravillosa aunque más oscura. Hay gente que ha visto la tercera temporada y dice que las dos primeras han quedado obsoletas y creo que tiene que ver que Fox esté ahora detrás y que los personajes se internacionalicen.
¿Para cuándo una regulación de los derechos de imagen de los actores?
No lo sé porque es difícil de conseguir una unión en ese terreno ya que hay muchos actores que ni siquiera tiene la posibilidad de trabajar; el ochenta por ciento del colectivo está en paro. Pero está claro que es urgente una regulación.
¿Tu personaje es todavía más mala que en la temporada anterior?
Anabel ha perdido fuerza, está debilitadísima, fuera de todo círculo amable. Va a intentar resurgir a cada instante. De todas formas, yo siempre intento que Anabel no sea solo una traficante sino un ser humano.
Imagino que todo el mundo te odia. ¿Lo notas en la vida real?
Un amigo actor ya me avisó que debía estar preparada para que todo el mundo me odiara. Y de verdad que me ha pasado en algún restaurante y hasta en el súper. Parece mentira, pero hay gente que no sabe distinguir entre la ficción y la realidad porque en el fondo, todo el mundo quiere dar caña a mi personaje.
¿Crees que las mujeres juntas somos peores que los hombres juntos?
En paz y armonía no, pero dicen que las cárceles de mujeres son más agresivas que las de los hombres. Anabeles te encuentras muchas en la vida; son esas mujeres manipuladoras que se aprovechan del débil.
Tienes por estrenar la película “Quien te cantará”, del director Carlos Vermut.
Sí. Allí trabajo con Najwa Nimri. Hago múltiples papeles, soy su abogada, guardaespaldas, chófer, protectora. Ha sido muy gracioso reencontrarnos en esa película. Y en mayo o junio tengo pendiente otra comedia y una serie de televisión de las que no puedo hablar.
También estás en el teatro Pavón Kamikaze de Madrid a partir del 24 de mayo con La valentía.
Es una comedia desternillante y valiente. Alfredo Sanzol, su dramaturgia y su dirección son geniales, así como el lenguaje que utiliza en sus historias. Yo soy Trini, una mujer que se salva gracias al amor y la valentía.
¿Recuerdas algún momento en el que hayas tenido que echar mano de tu valentía?
Como actriz, en muchos momentos me he enfrentado a situaciones en las que he sentido el miedo, pero precisamente es ese miedo el que me ha hecho sobreponerme y avanzar para superarme.
¿Quisiste ser actriz desde pequeña?
Estaba metida en el grupo de teatro del colegio y estábamos integrados en una red de teatro amateur de la Comunidad de Madrid. Hasta los 22 años, en el segundo curso de Réplika, no empecé a trabajar de manera estable. Antes había hecho cuentacuentos para adultos en bares.
También has cantado copla en inglés.
Solo éramos dos españoles en la función que hacíamos en Londres. El resto eran compañeros japoneses, ingleses, griegos… Es alucinante ver a un inglés cantando copla.
¿Te sigues formando en el terreno musical o lo has dejado por tu papel de Anabel?
Me siento muy orgullosa de ese papel porque es muy distinto a todo lo que he hecho. Con él he subido un escalón muy grande. Por eso estoy adentrándome más en el canto, el francés, los instrumentos musicales…
¿Tocas algún instrumento?
Tengo un grupo de amigos en el que lo tradicional es que nos regalemos e intercambiemos instrumentos. Así que ahí estoy, con una flauta travesera, el cajón, la guitarra y el hang, un instrumento de percusión increíble.
Ficha Anabel Villaroch
Condena: 11 años.
Delitos: Proxenitismo, extorsión, tráfico de drogas y trata de blancas. Creció en un entorno delictivo, en el local de alterne que regentaba su madre en Valencia. Atraía a mujeres desde Bulgaria bajo promesa de trabajo y papeles y una vez en España, las coaccionaba a ejercer la prostitución. Ya dentro de prisión, esta presa veternana se ha consolidado como traficante de droga, introduciendo las sustancias mediante palomas mensajeras o a través de encuentros vis a vis.
