¿Quién es la superviviente Mayte?
Es una de esas mujeres de más de 40 años, que no sabe pedir ayuda y tira del carro sola. Si la pidiera le iría mejor, pero se ha acostumbrado a hacerlo todo solita y cuando la situación se le complica en el primer capítulo de la serie, con el asesinato en el que se ve envuelta con las otras mujeres del AMPA, todo va a peor. Pero ella tiene que ir hacia adelante por el bien de sus niños.
Vamos, que en ningún momento se cuestiona decir que ha sido una fatalidad del destino…
Ella no puede ir a la cárcel. “No es que no quiera, dice Mayte, es que no puedo”. Lógico. Tiene dos hijos que atender.
¿Es una serie de mujeres?
Es una serie que rompe los tópicos de la mujer perfecta. Nada de señoritas bien arregladas, sino mujeres de carne y hueso. Llevo mis rizos naturales y nos han maquillado muy suavemente para la serie, para que seamos como en realidad son las mujeres en su día a día. Mujeres que no tienen tiempo para nada y que no les da la vida para abarcar todo.
¿El trabajo de Mayte es vender robots de cocina o, además, tiene otro trabajo?
Mayte no tiene estudios y para encontrar trabajo se las ve y se las desea. Ha trabajado en una gasolinera, en un supermercado…y vendiendo robots-que es un trabajo de mierda- le permite atender a sus hijos, organizarse las demostraciones del producto y no tener un horario fijo. Pero en realidad se pasa todo el día trabajando.
¿Por qué se mete en el AMPA (Asociación de Padres y Madres de Alumnos) si apenas tiene tiempo?
Porque ella quiere cumplir a la perfección con sus deberes de madre y quiere seguir de cerca y bien todo lo que hacen sus hijos en el colegio. Intenta ser una buena madre, otra cosa es que no le salga bien.
Esta comedia parece bastante distinta a lo que has hecho hasta ahora porque mezcla episodios que parecen un thriller…
Es el trabajo más arriesgado y personal que he hecho. No me había enfrentado a un protagonista así nunca, que requiera tanto tiempo y tanta dedicación. Y por otra parte, esta comedia es distinta a otras que he hecho porque se maneja siempre un código de realidad. Las situaciones que viven estas mujeres, viéndola desde fuera, en el salón de tu casa, te hace gracia, pero ellas no lo están pasando bien. Están metidas en el fango hasta las trancas. Es todo tan bizarro que te preguntas: “Qué van a hacer ellas ahora?”.
O sea, que las actrices lloráis más que reís…
No paramos de llorar. A veces, cuando estoy en una escena, con todo el rimmel corrido de tanta lágrima, me pregunto: ”¿Pero esto no era una comedia?”.
¿Mayte tiene vida personal y amorosa durante la trama?
No tiene tiempo para nada. Esta serie tiene 13 capítulos, pero cada capítulo es una pequeña película y en el cuarto veremos a una Mayte diferente. Le ofrecen ir a una convención del robot de cocina Turbo Thunder 3000 y se va a un hotel con su jefa y se pregunta: “¿Cuánto tiempo hacía que no me tomaba una copa”? Mayte no tiene más vida personal, como mujer, que sus amigas.
La serie tiene muchas escenas de acción…
Y son divertidísimas. No sabes lo que te va a pasar en el siguiente capítulo. Un día llegué al plató y me encontré una novia ensangrentada y otro día hablo con el guionista y me quedo alucinada. “Esta serie nos está volviendo locas”, me digo a mí misma más de una vez.
¿Las escenas son al estilo Angelina Jolie en Lara Croft?
Sí, pero menos perfecta. Angelina siempre está perfecta. Somos más “Kill Bill”, unas Lara Crof, pero de barrio.
¿Qué pensaste cuando tuviste el guión por primera vez en tus manos?
“Quiero hacerlo”, pensé enseguida. Esta serie es peculiar en todo. La productora Mandarina hizo un piloto antes de llevarlo a Mediaset y todos los que participamos sabíamos que era probable que no cuajara, pero nosotros teníamos claro que éramos una piña y teníamos que sacar el proyecto adelante. Era como hacer un cortometraje, con todo el alma, pero con pocas probabilidades de que se comercialice. Y a día de hoy, toda esa gente estamos trabajando en la serie, desde la parte actoral hasta los cámaras, el equipo de arte, la gente de vestuario y la de maquillaje y peluquería. En el piloto, todo el equipo puso la sangre y un año después estamos rodando la serie.
A punto de firmar el contrato con Mediaset, en plenas navidades del 2017, os reunisteis para celebrarlo.
Sí, pero teníamos cierta reticencia hasta que se firmase definitivamente el contrato. Estuvimos “celebrandito”, en diminutivo. Al final ha sido un sueño hecho realidad. Y quiero echar piropos a la cadena porque Telecinco y Mediaset han apostado por una serie muy macarra. Y en abierto no se suele arriesgar tanto. Es una maravilla porque es decir: “Quiero que la vea todo el mundo”.
Este año estás de racha. Has trabajado en películas como “Sin rodeos”, “Yucatán”, “Los futbolísimos”, “El mejor verano de mi vida” y ahora “Las señoras del AMPA”. ¿Sueles volver la vista atrás?
Claro. Me gusta tener muy presente lo que he sido y todo el trabajo y esfuerzo que conlleva llegar hasta aquí. Es fácil ver sólo el momento presente. Pero las rachas malas, con poco trabajo, pueden volver y me gusta ser muy consciente de ello.
No puedes quejarte.
¡Yo no me he quejado! Ni mucho menos.
Y además sigues con la obra de teatro “Placeres íntimos”.
Sí, sigo con la gira de esa obra de teatro que habla de dos hermanos que se reúnen con sus respectivas esposas, en el funeral de su madre. El teatro no lo voy a dejar nunca porque para mí es ponerme a prueba cada noche, encima del escenario. Este fin de semana me voy a Tenerife, a mi tierra, de gira y en diciembre no tengo bolos y estaré en Madrid rodando. Es una gira llevadera, pero tampoco quiero pensar en futuro. Estoy zen. El disfrute es ir haciendo el trabajo, pasito a pasito.
Más que a Mayte, a la que no le da la vida es a Tony Acosta.
Así es (risas). Que conste que esta serie es un homenaje a todas las madres, como yo, que tiran del carro. No solo de mi generación sino también la de mi madre. Ella está encantada con esta buena racha que estoy teniendo y se viene a Madrid y me ayuda mucho con los niños.
¿Sigues buscando o aceptando el trabajo en función de tus hijos Nicolás (14) y Julia (10)? (Esos hijos son fruto de su matrimonio con Jacobo Martos, del que se separó).
Digo que sí a un trabajo en función del tiempo que me va a quitar. He aprendido a valorar el aquí y ahora. Pero luego llegan otras rachas y hay que conciliar, que es lo más complicado como madre y mujer trabajadora en este país, aunque ahora son más mayores y es más fácil. A mí me ha pasado como en “Las mujeres del AMPA”, donde había que decidir si llamábamos a una ambulancia o enterrábamos el cadáver y ellas lo entierran y creo que se equivocan. En la vida es lo mismo: un actor tiene que decidir en un momento determinado si se arriesga a hacer una cosa o la otra y yo en el año 2017 estuve iluminada.
No puedes permitirte romper una buena racha…
Lo mío ha sido cósmico. En 2017 rodé esas cuatro películas, aunque en realidad todos los papeles que he hecho han sido secundarios; papeles muy bonitos, pero secundarios. Pero lo que nadie sabía es que las cuatro películas se iban a estrenar todas juntas en el 2018 y tres de ellas estuvieron en cartel al mismo tiempo. Me sorprendió tanto que hasta grabé un vídeo porque pensé que eso nunca más volvería a pasarme. Fue una bonita casualidad.
Vamos, que más que ir a ver una película, los espectadores decían: “Vamos a ver a Toni Acosta…”
Tengo anécdotas al respecto muy graciosas. El hijo de un amigo mío le dijo; “Pero papá, ¡Toni está en todas partes!”. La verdad es que no me gustaría que fuera una racha sino una rueda que se ha generado. Sólo pido seguir trabajando.
¿Algún proyecto nuevo en cartera?
Sí. Empiezo a rodar una película al inicio del 2019. No te puedo contar nada más, pero será una comedia. Ya ves que sigue la rueda (risas).
¿Qué lema vital llevas por bandera?
Respetito que el respetito es muy bonito. Me lo enseñó mi padre.