La boda de Silvia

Blanca teme haber forzado mucho la situación con Samuel. Además, Úrsula acerca posturas con ella al prometerle que la ayudará, pero su intención es la contraria. “Lo mejor es que se queden a solas”, piensa.

El hombre se cuela en la habitación de su esposa tras la artimaña de su suegra, pero ella lo rechaza sin miramientos.

Después, le dice a Jaime que su marido la ha forzado.

Su única obsesión ahora es reunirse con Diego, que aparece capitaneando a los obreros y cuya intención es negociar con los militares.

Pero al general no se le escapa que Valverde siente algo por su futura mujer.  

Felipe, que ve muy triste a Arturo, lo anima a asumir sus sentimientos.

Al igual que Liberto quiere regalar el traje a Martín para su boda, Susana se ofrece para confeccionar el vestido de la novia.

Por su parte, Martín pide a Servando que sea su padrino y el portero acepta encantado y lleno de alegría.

“Me arrepiento de haberle dado tu traje a Silvia. Te confeccionaré otro”, asegura la sastra a Casilda al verla tan afectada por el cambio.

Silvia y Zavala celebran el precipitado enlace de tono militar rodeados de subordinados del General y de algunos vecinos de Acacias.

Después de la ceremonia, Reyes convence a su marido para celebrar un ágape en la casa con sus amigos más cercanos. Naturalmente, el coronel está invitado.

La intención de la recién casada es encontrar el portafolio con los planes del atentado contra el rey y dárselo a su  enamorado, con quien acaba besándose ese día. Pero la mala suerte hace que Zavala los encuentre. Ahora el futuro de Silvia es incierto.

Con la revuelta en plena calle, los chocolateros dudan si abrir o no. Tras pensarlo, Íñigo se suma a la huelga con la intención de agradar a Leonor. Además, acaba haciendo negocios con ellos: herramientas de estraperlo a cambio de la inmunidad de La Deliciosa.

Susana empieza a sospechar que algo pasa dentro del establecimiento, ya que es el único local del barrio que los manifestantes están respetando.

La revuelta parece cada vez más inevitable, y mientras Flora se queda con Liberto en La Deliciosa, Íñigo se pone a salvo con Leonor en la sastrería.

Para tratar de distraer a la mujer de lo que está pasando en el barrio, Cervera empieza a contarle vivencias de su padre, aunque ella sabe que esas aventuras no son verdad, como ya ha sucedido en otras ocasiones.

Por su lado, Ramón pide ayuda a Ribau para acabar con la huelga de los obreros, pero el empresario se mofa de él. Entonces, Palacios no duda en amenazarlo con contar que él está detrás del chivatazo a la policía.

Huertas advierte a Ramón de que los obreros lo buscan tras el incidente del yacimiento. Diego logra que sus negociaciones den fruto y frena la revuelta, pero unos obreros pagados por Úrsula la avivan otra vez.