El regreso de Huertas

Alday no quiere seguir el plan de Úrsula porque considera que afectaría a su padre. Sin embargo, tras pensárselo un tiempo, decide apoyar a Dicenta para recuperar a Blanca lo antes posible.

Tras su secuestro, Fabiana consigue que las criadas hagan el vacío a Carmen y la tensión entre ellas es cada vez mayor.

Por su parte, Arturo desea hacer las paces con Susana. Para ello, la invita a una misa por Adela y le ruega que le entregue una carta a su hija donde le pide perdón. 

Muy ilusionados, Blanca y Diego organizan una cena con amigos para hacer oficial su relación.

La necesidad económica hace que Íñigo continúe relatando la vida de su aventurero padre a Leonor, que cada vez se siente más atraída por el chocolatero.

Para decepción de Casilda, el concurso de gritos que ha organizado no cuaja entre las señoras. Todas rechazan acudir excepto Trini, ante la baja de Servando por afonía.

La competición finalmente tiene que celebrarse en el altillo y la sirvienta ha puesto tanto empeño en montarla que es ella quien resulta ganadora.

Unos días después, la escritora conoce a Rubiales, el editor de la biografía de Cervera, y descubre que el joven le ha mentido. “Todo lo que me has contado sobre tu padre es falso. Lo mejor es que rompamos el trato”, asegura.

La casa de los Palacios es una fiesta, ya que María Luisa ha enviado su primera carta desde París, donde les detalla su nueva vida de casada.

Preocupado por su salud, Diego se hace unos análisis de sangre y consigue que Jaime, empeñado en quedar con Fabiana para hablar de su hija, se haga una revisión en el hospital. La criada, amenazada por Úrsula, no le cuenta nada inconveniente. 

Para formalizar la relación, Diego y Blanca deciden dar una fiesta con todos sus vecinos y compañeros. A excepción de Samuel y Úrsula, no falta nadie. Incluso, acude una invitada poco esperada.

Para sorpresa de todos los presentes, llega la nueva representante de los obreros del yacimiento, que no es otra que Huertas, la antigua amante de Felipe. La vuelta de la mujer no es bien recibida por nadie en el barrio pues su fama aún colea por los mentideros de Acacias.

Arrepentida, la escritora ofrece a los chocolateros organizar una tertulia literaria en La Deliciosa para promocionarla.

Valverde no encuentra a Silvia, a pesar de haberla buscado sin parar. Por fin, la descubre en un torneo de florete en el Ateneo e interviene en el combate para sincerarse con ella. La mujer se ofende y se reúne con Carvajal, el ganador del combate.

Tras consumir licores y tabaco de contrabando, se convierte en una fiesta. “Me encanta estar con Íñigo”, confiesa a su amiga Blanca.

Blanca propone a Diego que se reconcilie con su padre. Sin embargo, es Jaime quien quiere hablar con él para comentarle su grave estado de salud.

La criada no sabe cómo solucionar el problema de Jacinto con el género femenino. Así que, por consejo de la sabia Agustina, decide presentarle a Marcelina, una criada de un bloque vecino, joven, resuelta y apañada, pero de carácter locuelo.