Félix descubre que Nuria es su hija

La desaparición de la avioneta de Rafael y Alba tiene angustiada a toda la familia Novoa. Junto a María, Jaime se dirige al aeródromo, mientras que Félix intenta contactar con ellos a través de la emisora de Bruno.

Pero la emisora no da resultado. Nadie sabe que la pareja ha logrado sobrevivir ya que están aislados en una montaña, donde se produce un bonito acercamiento entre ellos.

Al fin, Sebas logra que Pastora lo perdone, volviendo a casa y dejando la de los Gómez, situación que Pelayo agradece pero no los niños, pues estaban encantados con su presencia.

Cansada de su indiferencia, Henar habla con Benita sobre su relación con Jaime y decide que cortará con él. “No puedo seguir así”, comenta.

Luego, la secretaria se reúne con Jaime para comunicarle su decisión. El joven Nova no se lo toma mal, en el fondo, sabe que es lo mejor.

Cuando la noticia llega a oídos de Argimiro, este se asusta porque el joven Novoa tiene ahora vía libre para empezar una relación con Nuria. “Tengo que evitarlo al precio que sea”, piensa.

Por fortuna, Rafael y Alba regresan sanos y salvos al barrio, aunque guardan en secreto que han decidido mantener una relación libre y sin ataduras.

Por otra parte, tras varios días pensándoselo, Fuen da una oportunidad a Pelayo y salen juntos. El tabernero, emocionado, la besa sin importarle quién los vea.

Diferentes son las cosas para Marta, que se enfada con Alonso por haberle robado su idea de las secadoras industriales: “¡Qué vergüenza! ¿Cómo has podido decir a los alemanes que se te ocurrió a ti?”.

Nuria evita a Jaime durante todo el día, pero a última hora se reencuentran de manera casual y queda en evidencia lo que siente el uno por el otro.

Argimiro se reúne con Félix para contarle la verdad: “Es tu hija. Sor Amparo lo confirmó”. El empresario, que jamás sospechó que eso fuera posible, se queda totalmente conmocionado.

Nuria, de momento, es ajena a este secreto. Tanto Félix como Argimiro acuerdan que es mejor que no sepa nada.

Esa mañana, Félix comenta a Justo que hace años fue infiel a su mujer pero no le da detalles de con quién. También, sabiendo que Nuria es su hija, se acerca a ella todo lo que puede.

Las cosas no van bien para Benito en la fábrica. No acaba de coger el ritmo y realiza a destiempo un encargo de Alonso. “Estás despedido. Aquí se viene a trabajar no a jugar”, asegura el marqués.

Fuen se ha quedado turbada por el beso que le dio Pelayo y, aunque sueña con ello, trata de evitar estar a solas con él, pues le parece que van muy deprisa. Deja, entonces, al tabernero desconcertado.

Pero el amor que ha surgido entre los dos es grande y esa noche salen a dar una vuelta. Otra vez, acaban en beso.

Nuria y Jaime se evitan en el trabajo y Quintero decide poner orden de una vez. Además, deben recibir a Barrantes, que llega por la tarde al bufete para retomar los negocios en Hispanoamérica con la empresa.

Desconcertada está Ana María, ya que Alonso no accede a darle dinero en efectivo: “¿Quién te has creído que eres?”. La mujer idea un plan para conseguirlo sin ayuda de su hijo.

Para tratar de salvar su matrimonio, Marta toma la decisión de mantenerse en un segundo plano en la empresa y dejar el mando a Alonso. Así se lo comunica a su padre.

Félix va a misa para confesarse, debido a su secreto del pasado y, al verlo en la parroquia, Rosalía se extraña. “Jamás pasas por aquí”, le dice.

Como su hijo se niega a darle dinero, Ana María comienza su plan para conseguirlo y engatusa a Rosalía para que apadrine a través de la fundación a un joven pintor inexistente… “Es una promesa del arte”, miente.

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