Rebeca Sala es inquieta, trabajadora y una enamorada de su profesión desde niña. Su pelo rojo, natural, le ha dado mucha suerte en pantalla, ya que fue una de las razones por las que llegó a la serie de La 1, Niños robados. De ahí le surgieron otros trabajos, como El secreto de Puente Viejo, novela en la que encarna a Irene Campuzano, una periodista precoz, adelantada a su tiempo, y con unos objetivos muy claros. Algo que la actriz dice compartir con este personaje de época.

¿Cómo valoras tu experiencia en la telenovela de Antena 3?

Muy buena, aunque el trabajo es intenso. Las grabaciones empiezan a las ocho de la mañana, lo que significa levantarse a las cinco y media. Como las secuencias se agrupan por decorados, a veces he rodado doce escenas seguidas con Severo [Chico García], ambos con unas treinta páginas de
texto. Una paliza, pero siempre me he sentido bien tratada.

¿Con quién te llevas mejor?

Con Chico y con Raúl Peña (Carmelo). Son muy amigos y las esperas entre toma y toma se hacen divertidísimas. Chico es muy generoso conmigo y me ha enseñado trucos para llevar mejor el rodaje, y a Raúl llevo viéndolo desde pequeña en televisión. Es un gustazo rodar con él.

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Como Irene, ¿te consideras una mujer adelantada a tu época?

Intento serlo e ir siempre un poco más allá. No me gusta ceñirme a lo establecido. Creo que en parte elegí esta profesión por eso, para huir de los cánones. Aunque hay gente que diseña su vida, todavía hay prejuicios si no sigues el camino de la mayoría.

¿Siempre quisiste ser actriz?

Sí, desde que tengo uso de razón. Con 4 años ya aparecía en fotos disfrazada con todo lo que me encontraba por casa de mi abuelo. Me encantaba actuar en el colegio y hacer obras en mi habitación con mi hermana.

¿Qué opinaban tus padres?

A mi familia siempre le dio miedo esta profesión, pero gracias al impulso y a los buenos consejos de mi madre, que la veía como otro trabajo más, me lancé a formarme. Sabía que me gustaba interpretar personajes, pero entonces lo veía como algo lejano.

Tu trama en Niños robados recuerda un poco a la de la periodista a quien das vida en El secreto…

Sí, y eso me hizo gracia. Era una enfermera, la única buena de la ficción, que también estaba relacionada con bebés. Fue una serie muy fuerte y real, que tuvo muy buena audiencia. Mi papel era pequeño, pero decisivo en la trama, y también era pelirroja.

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¿Sientes que te ha dado suerte el color de tu pelo?

Eso parece. En Niños robados sí tenía que ser pelirroja, pero en El secreto... no. Creo que le da un aire de misterio al personaje.

¿Cómo te gustaría que se desarrollara tu historia con Severo?

De momento, Irene va a cuidarlo. La verdad es que nunca lo he pensado, lo que decidan escribir estará bien. No creo que mantengan una relación sentimental, no estaría bien visto. Ella anhela seguir con su vida y su trabajo, pero tendrá que asumir su situación.

¿En qué género te sientes más cómoda a la hora de actuar?

No me atrevería a elegir. Mi primera novela fue una comedia, Ciega a citas, que ahora están reponiendo en Divinity. Creo que el drama es más fácil, pero me considero una actriz versátil.

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Compaginas teatro y televisión.

Sí, estoy haciendo una obra maravillosa que se llama Orlando, en la que soy un hombre y una mujer. Tiene más de 50 personajes y se desarrolla en tres siglos.

De los papeles que has hecho en tu vida, ¿cuál es tu favorito?

El que hice en el corto Estocolmo y por el que gané el premio a Mejor Actriz del Festival Ibérico de Badajoz. Me encanta hacer personajes que solo pueden descubrirse a través de su mirada.

Además de la interpretación, ¿qué otras pasiones tienes?

Siempre intento hacer planes diferentes y, para desconectar, salgo fuera de la ciudad. Disfruto mucho comiendo y descubriendo sabores en restaurantes.