Preocupada por la idea de perder al pequeño Alejandro, Victoria busca a la madre biológica del niño y ambas van a hablar con Santibáñez para contarle la verdad. “Yo también era deportista, pero una grave enfermedad degenerativa me retiró de la competición y, ante la imposibilidad de cuidar de mi hijo, pedí a mi amiga que lo hiciese”, expone Tania.

Pero este no es el único problema que tiene la joven Tonantzin. Milagros sigue insinuándose al abogado y Luz Clarita, tras poner a la empleada en su sitio, advierte a la muchacha: “Tienes una nueva rival, si no quieres perder a Andrés deberías prestarle más atención”.

Lejos de imaginar que está siendo víctima de una trampa muy bien urdida, Julio consigue que Braulio acepte convertirse en su socio y firma un documento donde le cede todo su capital en señal de confianza.

Durante el proceso contra Magdalena, esta trata de echar por tierra a su rival, pero acaba hablando de más sobre el asesinato de Leonardo y sumando el cargo de asesinato al de secuestro.

Ha llegado el día del juicio. Después de que el juez exija a Victoria que se haga una prueba de ADN, ella le cuenta la verdad y le habla sobre Tania. Pero su relato no ablanda al magistrado que, durante la vista, acaba concediendo a Maritza la custodia definitiva del niño.

De nada servirán los ruegos y la desesperación de la deportista, que, rota de dolor, implora que le devuelvan a su hijo ante la mirada impotente de Tania.

Braulio y Raúl intentan hacer entrar en razón a la psiquiatra, pero esta no atiende a razones: “Sebastián es mi hijo y nadie volverá a quitármelo nunca”.

Julio se entera de que el pequeño Fénix está en casa de Victoria y se presenta allí dispuesto a llevárselo, si es necesario a la fuerza. Como la deportista se niega a entregárselo, Montaño se lanza sobre ella con un cuchillo, pero Elsa se interpone y es ella quien resulta herida con un profundo corte en el rostro. Sin perder tiempo, es trasladada al hospital donde es sometida a una delicada intervención.

Por otra parte, María Isabel se niega a creer que Magdalena sea la responsable de la muerte de su hijo, al contrario que Raúl e Isadora, que la ven perfectamente capaz de algo tan vil.

Mientras en el hospital Elsa se desespera al ver la profunda cicatriz que le ha quedado, Julio acude al despacho de Braulio para celebrar su trato. Sin embargo, la sonrisa se borrará de su rostro cuando vea a Victoria allí. “Creías que eras el más listo, pero te has dejado cegar por la ambición y el odio y ahora te has quedado sin nada”, le dice su socio antes de echarlo de la empresa.