Camila se preocupa mucho cuando Federica la visita en la cárcel para contarle que la nueva pareja de su padrastro tiene dos hijas. “Esas niñas están en peligro”, advierte a su amiga, que la tranquiliza asegurándole que Pablo y la policía están vigilando a Nicolás.

Abortar es la única salida que Adriana encuentra a su situación y convence a Noemí para que la acompañe a una clínica. Ajena a esto, Eva va a buscarla y Celeste le facilita la dirección sobre la que escuchó hablar a las dos jóvenes. Soler se dirige al lugar indicado y llega justo a tiempo de impedir que su hija siga adelante con su plan. “Saldremos adelante juntas”, le promete después de hablarle de lo hermoso de la maternidad y pedirle perdón por no haber estado para protegerla.

Tras drogar a su mujer, Nicolás sube a la habitación de sus hijastras y trata de abusar de Teresa, la mayor. Sin embargo, el hombre no sospecha que la adolescente ha tenido tiempo de llamar a Marisol y antes de que cumpla su objetivo, unos agentes irrumpen en la casa junto a Contreras y lo detienen. Días después, Camila por fin sale de la cárcel.

Bobby cada día se siente más cerca de los Mogollón hasta el punto de empezar a llamar “papá” a Pancho y Cynthia, furiosa, no duda en chantajearlo y presionarlo hasta conseguir que el chico vuelva a casa.
Por otra parte, Betty se queda en la calle y Marisol, sintiéndose responsable, le ofrece su casa, aunque no por mucho tiempo. Incapaz de soportar el mal carácter de su amiga, acaba pidiéndole que se marche y será Pablo quien la acoja en su hogar.

Una vez escuchados los testimonios sobre el asesinato de Sofía, el juez dicta sentencia y declara inocente a Soler para júbilo de sus seres queridos.

Sin embargo, la felicidad pronto se verá ensombrecida por la tragedia. Los Mogollón circulan en su coche cuando un camión se lanza contra ellos y los saca de la carretera. Pancho muere en el acto y Soraya, que ha salido despedida, es hallada poco después y trasladada a un hospital en estado crítico. Eva y Bobby corren hacia allí nada más enterarse y, desesperados, escuchan el diagnóstico de los médicos: “Tiene pocas probabilidades de salvarse”.