Debido a las constantes desapariciones de Ramiz, Ezel comienza a desconfiar de él y junto con Alí y Cengiz visita a na escritora que publicó un libro sobre su pasado. “Es una persona horrible, por su culpa tres de sus cuatro hijos murieron”, dice ella que resulta ser su vástago. Además, gracias a un enemigo de su mentor, Bayraktar averigua ue el anciano está tramando algo. “Te sacó de la cárcel como parte de su plan, pero no puedo decirte nada más, lo siento”, confiesa el hombre.

Lejos de allí, Serdar se restablece de las puñaladas que sufrió. Bahar le reprocha a su hermana que siga ayudando a su padre a pesar de todo el daño que les hizo en el pasado y lo hecha de casa. Sin embargo, la joven se arrepiente e sus actos y le pide que vuelva. “No has hecho cosas buenas, lo sé, pero tú me diste la vida y te debo un respeto”, asegura.

Al día siguiente, Eysan no soporta más el acoso de su marido y piensa en irse del país con su niño. Sus planes no terminan bien, ya que Can llama a Atay para despedirse y este se presenta en el aeropuerto. “Dime quién es tu amante, necesito saberlo, ¡maldita sea!”, exclama el empresario. La mujer, que se niega a contestar, decide regresar a su apartamento con su esposo y el pequeño. “Estaré contigo, pero nunca te amaré”, revela ella.

Ajeno a todo, Mert, que empieza a sospechar de la identidad de Uçar, decide buscar pruebas que confirmen la inocencia de este y vengar el sufrimiento que padeció en la prisión.

En otra parte de la ciudad, Mümtaz, que debe someterse a una delicada operación para mejorar su estado de salud, entra en una fuerte depresión de la que ni su mujer consigue hacerlo salir. Tezcan, que va a visitarlo, le hace una importante revelación: “Si la culpa por no defender a Ömer te está matando, puedes enmendar tu error ocupándote de tu nieto. Can es su hijo”. El carpintero se emociona con la noticia, pero decide no contarle nada a Meliha porque teme cómo pueda afectarle la verdad.