Después de verse cara a cara con sus enemigos, Ezel sale a dar un paseo por los jardines del hotel. Allí se tropieza con Can, sin saber que es su hijo, y lo salva de caerse del caballo. “Gracias por ayudarme, señor, es usted muy bueno. Espero que se quede por aquí”, dice el niño.

A la mañana siguiente, Eysan recibe una gran sorpresa cuando su hermana Bahar se presenta en su habitación y le comunica que su estado de salud ha mejorado mucho. Sin embargo, la alegría dura poco para la joven, ya que esa misma noche, al bailar con Bayraktar durante una fiesta de disfraces, se desmaya y es trasladada de urgencia al hospital.

Unos días más tarde, Meliha llega a la casa de Cengiz para averiguar qué tal se encuentra la joven y se topa con Ezel. La invidente, acerca las manos al rostro de este para palpar cómo es. Su asombro es mayúsculo cuando en los rasgos del hombre reconoce a su hijo fallecido, “Ömer. “¿Eres tú?”, pregunta. “Creo que se confunde, señora, tranquila, por favor”, miente delante de todos. Pero él, que no quiere que su madre sufra, le introduce el anillo que ella le dio hace años en el bolsillo y la mujer, al tocarlo, descubre que sus sospechas son ciertas. Ali, que nota algo raro en lo ocurrido, empieza a desconfiar.

Por la noche, Eysan recuerda cómo su padre la usaba en sus robos y maldice el día en el que traicionó a su novio. Su marido, que la escucha, entra en la sala y le asegura que él no se arrepiente de nada. “Volvería a hacerlo las veces que fuera necesario, ¡que te quede muy claro!”, grita furioso.

Por otra parte, Bahar, ya recuperada, le da las gracias a Uçar y lo besa en la mejilla, siendo consciente de que empieza a sentir algo muy fuerte por él.