Estefanía invita a las Juanas a pasar unos días en su casa de la playa y les presta unos bikinis para que puedan bañarse. Por pudor, Juana Inés no acepta y se pone un buzo, despertando las burlas de todos, excepto de Mauricio que la defiende. En cambio, Juana Victoria los deja embelesados y tiene un acercamiento con Sebastián. “Vine porque no soporté la idea de que estuvieras cerca de Fernando”, confiesa él. Al anochecer, vuelven a encontrarse paseando por la orilla del bar y él le regala la concha de una ostra: “Dentro está nuestro secreto de amor”. Ambos están a punto de besarse, pero la llegada de Estefanía lo evita.

En el pueblo, las amigas de Leonora ven a Juan paseando con Margarita cogido del brazo y le envían imágenes y vídeos del omento con malicia. Para colmo, se entera de que su esposo ha incluido a las Juanas en su testamento y enfurece con la idea de quedarse sin nada. Por eso, las busca en la casa de la playa para que un tatuador determine si su mancha de nacimiento es real. Juana Victoria, Juana Bárbara y Juana Soledad pasan la prueba. No así, Juana Inés que, temerosa de que un hombre vea su cuerpo, se esconde en una barca y es arrastrada hasta alta mar donde la termina rescatando un pescador.

Todavía hay más sobresaltos ya que Juana Victoria se clava un erizo de mar en la mano mientras se baña y debe ser sometida a una pequeña intervención. Fernando y Sebastián se pelean en el hospital por acompañarla en la noche, pero finalmente es Estefanía quien lo hace.

Cuando disputan un partido de voleibol, Darío irrumpe en la casa y se pone furioso al ver a las Juanas. “¡Lárguense de aquí!”, grita. Estefanía, avergonzada, se disculpa con sus invitados y comienza a decepcionarse de su padre. No en vano, Sebastián y Mauricio le han contado todas las tretas que ha intentado en contra de sus hermanastras.

De regreso al pueblo, Todoelmundo logra encontrar el vídeo original de las Juanas y lo proyectan en la plaza para demostrar que fue manipulado y no son unas interesadas. “Jamás me engañaron. Me gustaría que las quieran y las respeten como siempre lo han hecho conmigo”, declara Oropeza y la gente le corresponde con vítores y aplausos.

No es la única buena noticia para Juana Victoria ya que tras ver por casualidad a Sebastián semidesnudo descubre que no tiene la marca de nacimiento en forma de media luna. “Creo que no somos hermanos”, confiesa a Xavier y este le pide que no se haga falsas esperanzas.

Más tarde, cuestiona a Juan sobre el nacimiento del joven y él recuerda cuando una curandera le dio un brebaje para que Leonora quedara en cinta. Como una muestra más de su maldad, Darío ordena a sus hombres que compren el terreno que Sebastián quería para ampliar el hotel Media Luna. Sin embargo, Estefanía se entera y no tiene más remedio que fingir que era el regalo de bodas. “No quiero deberle nada”, afirma Sebastián a la vez que le entrega un cheque por el costo.

Juan no cesa en su intento de reconquistar a Leonora y ella pide al abogado que detenga los trámites del divorcio. Más tarde, busca a Margarita. “No voy a permitir que me robes a mi marido. Si no te alejas de él te va pesar”, le advierte. Lejos de amedrentarse, la asistenta miente y dice que seguirá de amante con Oropeza.

Estefanía está cada vez más unida Juana Victoria y le pide que la acompañe a su prueba del vestido de novia: “Ahora eres mi mejor amiga”. Ante estas palabras, la chica no puede negarse.

Pasan los días y las Juanas están felices porque ya tienen todo listo para inaugurar sus negocios. No obstante, antes de que puedan hacerlo Ricardo los rocía con gasolina y prende luego por orden de Darío. “Las quiero destruidas”, manifiesta.

La gente del pueblo se vuelca en ayudarlas y Sebastián está convencido de que su futuro suegro estuvo involucrado en el suceso. Por su parte, Leonora no puede contener sus celos hacia Margarita y exige a Xavier que la despida del Media Luna.