Cuando los médicos llegan a casa de los Oropeza solo pueden certificar la muerte de Juana Victoria y todos lloran desconsolados. De inmediato, se abre una investigación y como Carla sospechaba, los resultados de la autopsia prueban que no fue por causas naturales: “Se ha encontrado veneno en su cuerpo”. Esa madrugada, la familia se reúne para velar el cuerpo de Juana Victoria y luego la despiden en un emotivo funeral celebrado en la playa. “No sé cómo voy a vivir sin ti. Te amo”, balbucea Sebastián. También las Juanas se niegan a asimilar lo sucedido, Teresa debe ser hospitalizada tras ponerse muy mal y Juan, abatido, recibe el apoyo incondicional de Leonora y ambos deciden darse una nueva oportunidad.

Darío, por su parte, prosigue su plan y desentierra el ataúd de la joven, que acaba de despertar y grita aterrorizada al verse encerrada. “Le di dinero al médico, al forense y a los de la funeraria. Esto solo es el comienzo de mi venganza contra Sebastián por todo el dolor que causó a mi hija”, asegura el pérfido empresario.

Justo en ese momento, Juana Soledad se levanta sobresaltada y grita que su hermana está viva, pero nadie la cree. Todo empieza a cambiar cuando Celia comunica a la familia que profanaron su tumba y se llevaron el cuerpo. Estefanía evita que Iriarte lleve a cabo su plan Cuando menos lo espera, Sebastián recibe un vídeo en el ordenador y ve que Juana Victoria vive, pero está encerrada en una cámara frigorífica. Acto seguido, Darío se comunica con él: “Está en alta mar en uno de mis cien barcos camaroneros. Cuando localices el que es, ya habrá muerto congelada”, se burla.

Por suerte, el joven Oropeza cuenta con la inesperada ayuda de Estefanía: “Creo que sé dónde tiene a Juana Victoria. Cuando era niña mi papá me llevaba a Redentora, na isla muy bonita y poco transitada en la que pasábamos el tiempo pescando”. Sin perder tiempo, Sebastián se dirige hasta allí en una lancha y consigue zafarse de la vigilancia de los secuaces de Darío. Cuando está a punto de entrar en la cámara, Iriarte lo sorprende y le dispara en un hombro. Sin embargo, el hijo de Leonora saca fuerzas de flaqueza e inicia un forcejeo con el perverso empresario para desarmarlo. Acto seguido, rescata a su amada y encierra a Darío en el congelador. Ricardo oye sus gritos de auxilio, pero no le abre la puerta.

Mientras, en la cubierta del barco, Sebastián trata de darle calor a Juana Victoria con su cuerpo y después de varios minutos, logra que reaccione. De igual manera, lo hace Juana Soledad cuando ya todos los Oropeza la daban por muerta. “Tú y yo tenemos una conexión especial”, dice esta a su hermana mientras se recuperan en el hospital. Pasados unos días, Leonora y Juan renuevan sus votos matrimoniales acompañados de sus seres queridos. No es el único motivo de su felicidad ya que el Media Luna recibe un premio.

Juan Inés, por su parte, ya se siente preparada para hacer el amor por primera vez con Mauricio y viven una noche inolvidable. A su vez, Juana Soledad anuncia que está embarazada y Juana Bárbara que participará en un campeonato de boxeo. Ahora que han superado todas sus diferencias, las hermanas se reúnen en la playa y con el mismo colgante en forma de luna, hacen un pacto: “Para siempre juntas e invencibles”.

Esa misma tarde, Juana Victoria camina hacia el altar del brazo de Juan para dar el “sí, quiero” a Sebastián. Entre los vítores de su familia y amigos al fin cumplen el sueño de estar juntos y amarse libremente por el resto de sus vidas. “Nada podrá separarnos”, dicen mientras se besan.