Robert y Julieta van a cenar con los Córcega y pronto se hace evidente la mala sintonía que existe entre ellos. De todas formas, todos intentan comportarse y hasta Blanca se derrumba: “Mi hijo desapareció. Hace poco tiré algunas de sus cosas, pero no pude desprenderme de su peluche favorito”. Al verlo, al doctor se le cambia el rostro…

A la cita también acude Gabriel, que se queda prendado de Daniela nada más entrar por la puerta. “Es una diosa”, piensa.

Entre tanto, Marisol está decidida a someterse a una cirugía estética, idea que espanta a Linda: “Eres muy joven. Simplemente deberías quererte un poquito más”.

Indiscreta, Karla abre una caja que es para Robert. “Es ropa de niño”, dice y saca un jersey rojo. Eugenio está delante y se queda sin habla. “No es posible. ¿Será él?”, se cuestiona. Por otra parte, Imelda también descubre que la edad del médico coincide con la de su adorado nieto Juan Pablo.

Esa noche, Belén, Amalia y Blanca salen a tomar algo a una taquería y la casualidad hace que acabe allí Aguilar. Arrepentida de su altivo comportamiento con la casera, tras beber unas copas, se acerca a ella para justificar sus nervios: “Siento sí te incomodé, aunque ya da igual. Nos vamos a vivir a Nueva York”.

Gabriel busca una excusa para coincidir con Daniela y logra que la chica lo invite a un té en su apartamento. Sin querer, ella se lo tira encima y, al limpiarlo, acaban besándose.

Tulio regresa de un viaje de negocios y, cansado, la toma con su esposa. Esta vez, harta de humillaciones, Ana se enfrenta a él. “Que sea la última vez que me gritas”, le advierte.

En la azotea, Xavi encuentra a Frida tocando su piano y sin importarle que sea una niña, la regaña de malas formas: “¿Qué haces? ¿No te han enseñado a respetar lo que no es tuyo?”. Al escucharlo, Marisol va a defenderla.

Inquieto desde que vio el suéter, Eugenio se acerca a Robert y le pregunta sobre su pasado: “Poco sé. Una mujer me dejó en un orfanato y nadie me reclamó”. Las piezas encajan y son demasiadas coincidencias, así que toman cartas en el asunto: “Vayamos juntos a ese lugar”. Una vez allí, el director saca una foto de Cooper cuando era niño. “¡No puede ser! ¡Hijo mío!”, dice el panadero convencido de que es Juan Pablo. Luego, deciden a hacerse la prueba de ADN antes de contárselo al resto de la familia.