Niki, la periodista de El espectador, obtiene valiosa información sobre los negocios ilegales de Escobar y anima al editor a publicarlas. El revuelo que se forma aumenta con las declaraciones de Lara…

Aunque el ministro de Justicia tiene problemas para demostrar que le han tendido una trampa para que parezca que está relacionado con el mercado de la droga, no se deja amedrentar y acusa a Pablo de narcotraficante. Además, informa de la incautación de varias de sus avionetas que transportaban cocaína.

Enelia exige explicaciones a su hijo y este organiza una rueda de prensa donde presiona al político: o demuestra sus acusaciones o lo demandará por calumnias. Santorini, por su parte, empieza a pensar que Escobar es un problema y le conmina a renunciar a su cargo en el Congreso.

Los problemas de Pablo no acaban ahí. Patricia se muestra fría y distante y le asegura que no quiere tener más hijos. Para colmo, el coronel Jiménez, auspiciado por Lara, monta un operativo que desmantela el laboratorio Tranquilandia. Niki lo registra todo con su cámara.

Preocupado, el narco se reúne con sus hombres: el ministro se ha convertido en un azote y encarga a Chili eliminarlo. Además, ordena construir otros centros para procesar la droga.

Luego, Graciela se pone en contacto con él desde Estados Unidos. “Ya no puedo distribuir tu mercancía en Miami”, le informa sin detallar el motivo por el que debe huir de la ciudad.

Consciente del peligro que corre, Rodrigo Lara decide dejar el país pero antes sufre el primer atentado contra su vida del que, por suerte, sale ileso.