Pablo intenta sobornar a Pavón, pero este no se amilana. Después de poner a salvo a su familia, organiza otro operativo para capturar a Chili, de quien conoce su paradero gracias a un informante. Aunque la Policía lo sorprende, el socio de Escobar casi logra huir pero su hermana, que está con él, comete un error y él recibe un disparo mortal.

Mientras los familiares y amigos despiden al narco en su funeral, el paramilitar de las Autodefensas del Magdalena Fredy Perea urde un plan con Miguel Moreno para delatar a Escobar. Tras reunirse con él prometiéndole protección, indica al mayor Aguirre las coordenadas exactas del escondite del patrón.

El grupo de élite llega al lugar pero Pablo, su hermano y su primo logran escapar y se ocultan en la finca La Ultra Secreta. Escobar monta en cólera pues está convencido de que hay un infiltrado en su organización, no imagina que se trata de Perea, que comunica su nueva dirección a las autoriades. También en esta ocasión el patrón y los suyos huyen.

Julio Motoa se obsesiona con Rosario, una famosa presentadora de Medellín a la que colma de regalos. Como así no consigue conquistarla, la amenaza para que se doblegue a sus deseos.

Después de escapar de la Policía atravesando la selva, Escobar llega a un refugio donde empieza a delirar debido al paludismo que ha contraído. Se recupera gracias a los cuidados de una mujer y enseguida diseña una estrategia para acabar con el Gobierno y continuar con el negocio de la droga. Sin embargo, la llegada a la presidencia del país de César Gaviria frustra sus planes y empieza a presionarlo colocando bombas en Bogotá y secuestrando a personalidades de la capital.

Estos hechos hacen que el cuerpo de élite aumente sus efectivos y dé con Gonzalo, a quien mata. Pablo se derrumba al conocer la noticia y mientras se celebra el sepelio, al que no puede asistir, recuerda con dolor los buenos momentos vividos con su primo, confidente y amigo. Solo Eneida, su madre, logra controlarlo.

Días después, Gaviria firma un decreto, según el cual los criminales que se entreguen obtendrán rebajas en las penas y evitarán la extradición. Siguiendo el consejo de su padre, los Motoa deciden ponerse en manos de la Justicia. Escobar está en contra pues cree que la nueva ley es una trampa. Él solo piensa en continuar con los secuestros.