Rebeca se presenta en la oficina de Plutarco y lo chantajea con entregar sus identificaciones falsas a las autoridades o a Adriano si se atreve a hacerle daño. No contenta con esto, le exige ser su esposa: “Nos casaremos por bienes mancomunados así, cuando pida el divorcio, me quedaré con la mitad de todo”.

Con ayuda de Fernando y Santiago, Juan Carlos halla entre las pertenencias del fallecido Mendoza unos papeles para crear una cuenta en el extranjero con Moreno de titular y otros a nombre de diferentes personas con movimientos de dinero procedentes del fraude del que lo acusaron.

Más tarde, se reúne con Helena en un parque y deciden revelarle a Lalito que está vivo. “Te prometí que siempre iba a estar a tu lado y aquí me tienes”, le dice tras fundirse en un sentido abrazo.

Gustavo busca a Silvia y la convence de ir a un restaurante. “Me gustaría volver a tener una mujer que me consintiera”, afirma él. Al oír esto, la señora se pone furiosa y lo deja plantado.

Al saber que Lucía va a casarse, Santiago intenta en vano convencerla de que está cometiendo un error. Será Helena quien le haga recapacitar sobre sus sentimientos y reunirse de nuevo con Escudero. “Te quiero y me gustaría que me dieras una oportunidad”, se declara él. La chica acepta ilusionada y se besan.

Plutarco ordena al Bolillo que siga a Helena y este le cuenta que ya lo hizo en Acapulco: “Ella y el hombre con quien estaba me vieron y consiguieron quitarme la cámara”. Pero al pérfido empresario todavía le espera una revelación mayor cuando el secuaz ve una fotografía de Juan Carlos: “Ese tipo era su acompañante”.

Mimí se cruza con Adriano y en un arrebato, se besan. Ajena a esto, Eva recibe la noticia de que ha sido elegida por el comité empresarial como la mujer del año y no tiene más remedio que aceptar el premio ante la insistencia de sus compañeros. Santiago y Fernando recomiendan a su amigo que termine cuanto antes con su falsa identidad para evitar más problemas. “Dejaré una carta a Helena y Adriano explicándoles que Eva tuvo que irse
por su pasado”, resuelve él.

Por una indiscreción de Rebeca, Adriano descubre que Renato es gay y, sorprendentemente, lo apoya: “Tu orientación no tiene por qué repercutir en el trabajo. Eres muy válido y no voy a despedirte”. Además, intenta que tenga un acercamiento con Modesto.

Lejos de allí, Eva recoge su premio y se lo dedica a todas las mujeres de México. A su regreso a la pensión, pone en marcha su plan y se despide de su disfraz, pero todo se trunca cuando Lucía, Helena y Silvia se presentan de improvisto a la mañana siguiente para ayudarla a prepararse.

Sin escapatoria, se pone el vestido de novia y camina hacia el altar donde Adriano la espera impaciente. Cuando el cura pregunta si lo quiere por esposo, se arma de valor y lo rechaza. “No puedo aceptar. Soy Juan Carlos”, revela mientras se despoja de las gafas y la peluca. Todos se quedan estupefactos y el hombre huye antes de que llegue la policía.