Antes de abandonar el hotel, Fatmagül reconoce a su esposo que siente celos de Cristine y cuando se cruza con ella no puede contenerse. “¿Viniste aquí sabiendo que estábamos nosotros? No es la primera vez que intentas interferir en nuestra relación”, le reprocha.

En ese momento, aparece un joven que resulta ser el novio de la extranjera y ella se siente avergonzada. “Fue una situación tonta, pero significativa… Hoy me hiciste feliz, en tus ojos vi que me amas”, conforta Kerim a su esposa. A su regreso a Estambul, se llevan n gran susto pues un camión está a punto de embestir su coche.

Lejos de allí, Mukaddes y Rahmi amanecen desesperados al comprobar que Murat se ha escapado de casa. De inmediato, el hombre sale a buscarlo y ante la falta de resultados, da parte a la policía. Para ese entonces, el pequeño se resguarda en la caseta que su tía ha construido en el jardín para los animales. “Si seguís peleándoos no volveré a casa”, asegura a sus padres cuando lo localizan horas después.

Llega el cumpleaños de Fatmagül y Rahmi, con la excusa de hablar de sus problemas matrimoniales, la cita en el muelle. “Estoy cansado. Quisiera estar a tu lado siempre, pero Mukaddes y yo hablamos y creo que es hora de regresar a Esmirna. Retomaremos el negocio de la lechería y los niños serán más felices”, anuncia a su hermana, que no puede contener las lágrimas.

En un momento dado, se oye varias veces la bocina de un barco, que atraca justo delante de ellos. Kerim, Ebe Nine, Kadir, Omer, Mehmet y Emre aparecen en la cubierta y despliegan una pancarta para felicitarla. La joven no da crédito y disfruta hasta el anochecer de una mágica velada, en la que no faltan regalos, música, brindis y muchas fotos.

Una vez en casa, Fatmagül comenta a Kerim que siente gran malestar y este lo achaca a alguna comida. Será Ebe Nine quien les dé la clave: “Si este mes no has tenido el período, estás embarazada”.

A la mañana siguiente, una prueba lo confirma y el matrimonio lo celebra ilusionado. Quien también tiene motivos para sonreír es Emre. A causa de un incendio en la vivienda de los padres de Esma, la conoce y congenian de inmediato. “Vamos a casarnos”, anuncian.

Al fin se celebra el juicio y Fatmagül no ve la hora de que se haga justicia. “Necesito cerrar esta pesadilla y continuar mi vida”, dice a Ebe Nine en un receso. Tras las declaraciones de todos los acusados, el juez dicta sentencia: Mukaddes es condenada a un año por alterar pruebas, pero a cambio de una multa no entrará en prisión; el doctor Fikret, que continua en paradero desconocido, a cuatro años; Münir y Resat a siete por coacción, manipulación y soborno a un funcionario; Selim a dieciocho por iolación y obstrucción a la justicia y Erdogan a veintiuno. El único absuelto es Kerim.

A las puertas del juzgado, la joven es aclamada por sus seguidores al grito de “Todas somos Fatmagül”. Más tarde, va al cementerio y dedica la victoria a sus padres. Kerim también visita la tumba de su madre: “Dije que no vendría hasta que aprendiera a perdonarte y aquí estoy. Te amo”.

Pasado un tiempo, el matrimonio pasea feliz a la espera de una niña a la que llamarán Enise mientras recuerdan otros casos de abusos: “El mío terminó, pero quedan muchas mujeres en Turquía que no van ser silenciadas”.