Desesperado al no tener noticias de Rosario, Alejandro decide contratar al detective Zambrano. Por casualidad, Priscila se entera y ofrece al hombre una cuantiosa suma de dinero a cambio de que no dé información de la joven Pérez al abogado, pero él se niega. Sin embargo, sí acepta otra propuesta más indecorosa: “Si hace lo que le pido seré totalmente suya”.
Incapaz de reunir el valor necesario para romper con Barbie, Nacho acepta cenar con Alejandro. “Voy a abandonar las pasarelas y retomar mis estudios”, dice ella para alegría de Montalbán, que atribuye este cambio al joven.
Villalobos pone a prueba a Esteban para saber si puede confiar en él y le pide que solucione unos problemas que tiene su hija Silvia con aduanas. Martínez sale airoso de la situación y la joven, que es invidente, lo invita a comer como muestra de agradecimiento. “Quedé ciega hace tres años por culpa de un accidente de tráfico. Iba de camino a casa con mi novio Jorge cuando fallaron los frenos y caímos por un barranco. Estoy segura de que alguien nos quiso matar”, se sincera ella.
Zambrano averigua el lugar donde está Rosario y llama a Priscila para que cumpla con su parte del trato. Sin embargo, ella trata de engañarlo y le echa una droga en la bebida con el fin de que se quede dormido sin saber que tiene instaladas en su casa cámaras de seguridad.
A la mañana siguiente, el detective ve lo sucedido y contacta con Alejandro para darle toda la información. Al enterarse, la pérfida Pavón se presenta furiosa en el despacho de Zambrano y, tras obligarlo a revelar el paradero de Pérez, le dispara a bocajarro.
No contenta con esto, busca a su enemiga y la manipula con mentiras: “Es horrible que te hayas enamorado de tu propio padre. No vuelvas a la vida de Alejandro, él te aborrece”. Por eso, cuando el abogado llega tiempo después, Rosario se esconde con ayuda de Mariana para que no la vea.
Nacho sigue sin ser capaz de dejar a Barbie y ambos hacen el amor por primera vez. De regreso a casa, el coche de la joven se estropea y va al taller de Vicente, descubriendo así que su amado es un humilde mecánico. Rota de dolor, la hija de Montalbán sale corriendo y es atropellada.
Priscila sufre un mareo y el médico confirma que está embarazada. “Es tuyo”, asegura a Alejandro, que recibe la noticia con pesar ya que sabe que debe casarse con ella y olvidar a Rosario.