Tras la desastrosa cena de aniversario, Priscila organiza con ayuda de Regina otra velada para reconciliarse con Alejandro. “Si quieres que sigamos juntos, deja de presionarme. Tampoco habrá más escenas de celos”, pone como condición el abogado y ella acepta amorosa mientras lo colma de besos.

Sin embargo, su felicidad dura muy poco ya que de regreso a casa recibe la llamada de Jerónimo Guerra. “Necesito dinero. Sabes que puedo contarle todas nuestras aventuras a tu novio. ¿Recuerdas lo que me mandaste hacer para ganar el certamen de belleza”, la amenaza a la mañana siguiente cuando se ven en un parque.

Nacho coge el coche de Santa Marina del taller y por casualidad, se cruza con Barbie. Impresionado por su belleza y su dinero, se hace pasar por el prestigioso psicólogo y la invita a cenar.

Teresa, por su parte, desconfía de su esposo y pide ayuda a Sandra: “Últimamente Esteban está muy detallista conmigo. Creo que me es infiel”. Hipócrita, la secretaria se muestra muy sorprendida y le brinda su apoyo: “Estaré muy atenta a todo lo que haga”. Ajeno a esto, el abogado pone su interés en Rosario e incluso se ofrece a llevarla a casa. “Mantén tus jueguecitos de conquistador alejados del trabajo. Cuidado con lo que haces”, afirma Alejandro sin poder ocultar su molestia.

Al anochecer, Priscila acude al hotel donde se hospeda Jerónimo y después de entregarle diez mil dólares a cambio de que guarde silencio, no puede evitar caer de nuevo en sus brazos.

Lejos de allí, Griselda miente al asegurar a Regina que no pudo encontrar a Magdalena. Poco después, visita a la mujer para advertirle de que sigue estando presente para la viuda de Montalbán. “Ella nunca va a perdonar que haya tenido una hija de otro hombre. No me descubras, pero no por mí sino por el bien de Rosario”, suplica angustiada Pérez.

Barbie se prepara para celebrar su cumpleaños y le pide a Nacho, con quien cada vez está más ilusionada creyendo que es el doctor Santa Marina, que sea su acompañante. Priscila trata de evitar que Rosario sea invitada, pero no lo consigue. Muerta de celos al ver que Alejandro no puede quitar sus ojos de la joven abogada le derrama una copa de vino sobre el vestido. “Aléjate de mi novio y no vuelvas al bufete”, le dice una vez a solas.