Bienvenida a casa

Quintero, muy afectado por los últimos acontecimientos, promete a Felisa vengar la muerte de Jairo.

Junto a su hijo Julio, a quien está más unido que nunca, planea una estrategia para acabar con Alejandro Somoza y su banda lo antes posible.

Para desgracia de Iker, el peligroso narcotraficante descubre por casualidad que ha estado mintiéndole, pero le ofrece un peculiar encargo.

Con él podrá recuperar su confianza pero la petición deja atónito a Lemos. “Si cumples con esta misión, recuperarás todo lo que has perdido conmigo”, le dice.

También de manera casual, Ibarra descubre un encuentro
entre Iker y Tano, la mano derecha del traficante, y pone en alerta a la comisaría y, sobre todo, a Alicia.

“Me temo que puede ser un agente corrupto a las órdenes de Somoza”, asegura.

Inesperadamente, un panadero es atropellado en el barrio. El conductor se da a la fuga, pero la policía lo identifica rápidamente y antes de que puedan detenerlo, se entrega.

David está muy contento de que la relación que tiene su padre con María vaya tan bien. El problema lo tiene él ahora con Paty, a quien no sabe cómo tratar. “Estoy muy confundido contigo. Me gustaría saber qué te pasa”, le confiesa.

El joven no solo está confundido con la actitud de la chica.
De repente, aparece Marina, su madre, a quien tanto tiempo ha estado buscado. Para su sorpresa, se presenta en la frutería con la intención de recuperarlo y de contarle cómo ha sido su vida.

Sin embargo, María se preocupa, ya que la aparición de la
misteriosa mujer puede poner en peligro su estupenda relación con Jesús Frutos.

Por su parte, Nacha está muy afectada por su ruptura con Teresa.

Al verla tan hundida, Espe y Lola deciden hablar con la psicóloga para que se reconcilien.

Miralles encarga a Alicia e Iker una delicada misión: investigar las extrañas desapariciones de perros en Distrito Sur.

Tras seguir algunas pistas, la pareja de policías descubre que va a celebrarse una nueva pelea de canes
en el barrio.

Antonio regresa de su viaje a México con el ánimo muy alto. Su mujer y su hija, recién llegada de París, lo esperan con los brazos abiertos; Olga está feliz con los regalos que le ha traído