Leo, en peligro

Tras descubrir que Rebeca se ha llevado a Leo de la casa, Alicia e Iker la buscan asustados por todas partes.

Después de una somera investigación, la agente da con ella en un parque, pero la joven tiene una actitud muy desafiante y agresiva.

“No te acerques a nosotros o le haré daño a Leo”, la amenaza. La experta policía, acostumbrada a manejar este tipo de situaciones, intenta mantener la calma.

Al final, la niñera acaba cediendo y entregándole a su hijo, pero su pesadilla con ella no acaba ahí, ya que, tiempo después, la sorprende solicitando un encuentro en la comisaría. ¿Qué tramará ahora la joven?

Después de conocer el resultado de las pruebas médicas, Antonio cuenta a su esposa que le queda poco tiempo de vida, lo que supone un gran mazazo para la inspectora. “¿Estás seguro de lo que me dices”? ¡No puede ser!”, le grita medio llorando.

Fuerte como una roca, Miralles trata de no contar nada en la comisaría y que sus compañeros sepan lo menos posible sobre su drama familiar.

Pensando sobre todo en su hija, pide a su marido que le diga a Olga en qué situación se encuentra: “Creo que tiene
derecho a saberlo de tu boca”.

Tras conocer la triste y devastadora noticia, la joven se hunde en llantos sin dar crédito a las palabras de su amado progenitor. “¿Papá, me estás engañando? No me gusta que me gastes esas bromas tan pesadas”, pero el médico, muy emocionado, le asegura que es totalmente cierto.

En transportes Quintero, las cosas tampoco están calmadas. Fiel a su personalidad delictiva y siempre buscando su propio beneficio, Gallardo pasa información falsa sobre las actividades de la empresa a Iker.

Muy cerca, en la comisaría, Lola y Espe intentan acercarse a Rocío, la carterista que está siendo maltratada por su novio, y le aconsejan que lo denuncie.

Gonzo monta en cólera cuando se entera y amenaza a la chica por haber ido a la policía. Más tarde, las agentes montan un dispositivo para detenerlo.

Por su lado, Bremón se prepara para llevar su último caso en Distrito Sur.