Debutó en El Príncipe y, poco a poco, esta bella morena de pelo rizado se ha ido dando a conocer a pesar de lo difícil que puede resultar encontrar papeles de rasgos tan marcados. Élite la lanza ahora a 190 países.

¿Has vivido lo mismo que Nadia?

Es palestina y mi familia, marroquí. Como ella, he experimentado los dos mundos: el de la vida en Madrid y el de la cultura de mi casa, que era musulmana. Te impiden que descubras lo que hay fuera y Nadia está en ese momento de conocer otras opciones.

¿Te ha costado interpretar ese papel?

Lo más duro ha sido revivir esa opresión. Tengo 24 años y ya lo dejé atrás al tomar las riendas de mi vida, pero de joven tampoco podía estar en la calle con chicos porque me prejuzgaban.

¿Cómo lo has enfocado?

Nadia cree en su religión y la he trabajado desde ahí. La fe está en uno mismo, nadie te puede dirigir en eso, pero ella necesita tener libertad a sus 16 años, descubrir, salir… Tiene que construir su propio camino.

¿Qué recuerdas de Servir y proteger?

Me dio tablas como ninguna otra serie, por el ritmo que supone aprenderse 72 páginas en un fin de semana y rodar once secuencias al día. Ahora ha sido más relajado, aunque el personaje lo hemos creado de forma más intensa y así se disfrutan más las horas de trabajo.