El doctor Zamudio comienza a sentirse mal durante la operación y accidentalmente corta una arteria a Isauro. Instantes después, se ve obligado a salir a una de las salas de descanso y deja a sus asistentes al mando. “Lucrecia te quiere y el amor nos hace cometer locuras. Eres todo para ella, no la dejes sola”, alcanza a pedirle a Alberto antes de morir.

Todavía aturdido, este entra a sustituirlo de emergencia en quirófano y al percatarse de que el paciente es el pérfido Sotero, se debate entre salvarle la vida o no. No obstante, termina cumpliendo con el juramento hipocrático y frena su hemorragia.

Ajena a esto, Marina se sincera con Ricardo: “Si quieres que nuestro matrimonio funcione tendrás que tenerme confianza. Alberto no desaparecerá de mi vida. Es especial para mí y seguirá visitando a Prudencia y a Rafita”.

Llena de celos después de que Lino pasara la noche fuera de casa, Anita no duda en enfrentar a Vanessa cuando la ve en la vecindad: “Deja de buscarlo. Para que lo sepas, él me ama, lo vuestro solo fue una calentura”. Pero la joven no cae en su juego: “Esto no es una competición. Deseo de corazón que seáis muy felices con vuestro hijo”.

Alberto sigue atormentado tras la operación a Isauro y pide perdón a Marina: “Pude acabar con todos tus problemas y no lo hice”. Ella lo anima y le recuerda que es médico y no un asesino. Sotero, por su parte, despierta de la anestesia e intenta escapar del hospital al saber lo ocurrido por boca de una de las enfermeras.

Por suerte, Ricardo y Marina llegan a tiempo de impedirlo y amenazan con denunciarlo. “Quería deshacerme de estas cicatrices y ser un hombre nuevo para que no me veas con asco”, se justifica ante su protegida.

Don Luis sigue insistiendo a Prudencia para que no continúe con el proceso de divorcio, pero la mujer se mantiene firme: “Jamás voy a perdonarte. Por fin soy feliz rodeada de gente que sí me quiere de verdad”.

Por si fuera poco, Margarito le informa que hace varios días que no saben nada de Zacarías en La Añoranza y Paulino y Erasmo sospechan que lo estafó: “Vendió la cosecha buena”. Para ese entonces, el peón disfruta en un lujoso hotel en Santo Domingo.

Sobrepasada por los últimos acontecimientos, Lucrecia pide ayuda a Alberto para organizar el funeral de su padre. Antes se ha encargado de borrar el registro de mensajes y llamadas que podrían delatar su manipulación de las pruebas de ADN.