Hortensia está rezando en su habitación cuando escucha un ruido. Asustada, sale y encuentra a Chapita, a quien ella conoce como Domingo, tirado en el suelo. Pensando que podría morir le cuenta su verdadera historia: “¡Te reconozco! Eres el hermano de César Augusto. Te echó de la villa cuando se enteró de tu romance con la primera esposa de Silvestre y madre de Luis David”. Luego le ofrece comida y ropa limpia: “Estás en tu casa”.

Mientras, Federica y Marcelo pagan la fianza de Beatriz para sacarla de prisión y, aunque lo hacen por interés, se muestran amables y cariñosos con ella.

Tras una ardua búsqueda en el bosque, la policía encuentra a Luis David en un valle. Aunque está malherido, llegan a tiempo de salvarle la vida.

Por su parte, Napoleón y Blanca hacen todo lo que está en sus manos para que Rocío triunfe en el mundo de la música: “Si la convertimos en una estrella, nos haremos ricos”. Además de centrarse en su carrera, la joven está ilusionada con su romance con Miguel que, por ella, rompe definitivamente con Melinda: “Me he enamorado de otra mujer”.

Por su parte, Beatriz accede a permanecer en la villa hasta recuperarse de su paso por la cárcel. “Quédate el tiempo que necesites. Sin prisas”, asegura Federica con una falsa sonrisa.

Esa noche, cuando Hortensia cuenta la verdad de Chapita, todos la toman por loca. Desconocen que su enajenación mental no le impide tener momentos de una total lucidez. Tampoco la creen en el tema de Beltrán.

Luis David se despierta en el hospital y solo recuerda el nombre y el rostro de una persona: Liliana. La chica se emociona pensando que aún la quiere, pero su padre, Barrilito, le hace entender que eso no significa que la ame, que puede ser que la vea como una hermana.

Superado por los problemas, Napoleón se emborracha una vez más y sale a la calle gritando que es un “don nadie”.

Quien está feliz es Juan Andrés, la libertad de Beatriz lo llena de esperanzas de volver con ella.