Por amor, Juan Andrés renuncia al bufete para dedicarse en exclusiva a defender a Beatriz: cada vez está más seguro de que es la quinta heredera. Mientras, Vanesa busca la forma de tener al abogado a su lado y se inventa que su embarazo es de riesgo. “Así estará pendiente de mí”, explica a Lorena.

En la mansión, se recibe una llamada de la policía: Napoleón ha sido detenido por el asesinato de Julio Marcano. Cuando Blanca consigue hablar con su hijo, este se muestra desesperado: “Alguien puso el arma en mis manos, pero no recuerdo nada”.

La diferencia de clases aleja a Miguel y a Rocío, pues sus familias se oponen a su idilio. Sin embargo, ellos están cada día más enamorados y toman la decisión de huir: “Es injusto que nos separen. No podemos renunciar al amor”. Tras fugarse, la joven se pregunta cómo vivirán sin dinero.

En el hospital, Luis David va recuperando la memoria y en una de las visitas de Elia se siente atraído por ella. “Me gustaría conocerte mejor”, asegura.

Finalmente, Juan y Rodrigo se sinceran con Beatriz: “Eres la depositaria de la fortuna de Salvatierra”. Ella, desconfiada, se resiste a creerlo y hasta se desmaya. Luego, Federica la agobia y decide que prefiere estar en la cárcel que aguantar tanta presión. Además, recuerda el enfrentamiento que tuvo con César, su padre, y se pone triste. Acusada de la muerte de una reclusa, se entrega por voluntad propia.

Días después, Rocío llama a su casa: “Estoy bien. Tranquila, mamá”. No obstante, Lucha consigue localizar a los amantes y acaban yéndose a vivir con ella, pues es la única forma de sobrevivir.

Por su parte, Federica exige a Marcelo que saque inmediatamente de prisión a Beatriz: “Si Juan Andrés se adelanta quedará al descubierto nuestro plan de acercarnos a ella y quedarnos con su dinero”. Tras hacerle creer que son los únicos que pueden ayudarla, la ecologista se sube en el coche y encuentra una carta de las otras reclusas: “No olvides las promesas que nos hizo tu abogado”. Extrañada, le pregunta a Egaña a qué se refieren.