Parreño, cegado por la ira al descubrir el intento de fuga de los esclavos y asumir Tomás toda la responsabilidad, somete a este a todo tipo de vejaciones y torturas. Después de ver cómo su marido ha marcado a fuego al viejo herrero en un ojo, Victoria se hunde. “Todo ha salido mal por mi culpa”, se lamenta ante Remedios, que no sabe cómo animarla.

Mientras tanto, Lorenza guía al pequeño grupo que ha logrado escapar por el camino que le sirvió a ella para huir tiempo atrás. “Algo muy malo está sucediendo en El Edén”, presagia.

Fidel y Eugenia se apoyan mutuamente en los duros momentos que les ha tocado vivir. Todavía destrozado por la pérdida de Alonso, el general se entera de que Gabriel ha sido condenado a quince años de prisión por deserción del ejército y tendrá que cumplirlos en un penal lejos de Santa Marta. Por su parte, Eugenia, arruinada y sola, decide abandonar su hacienda y las pocas posesiones que le quedan, pero Márquez le pide que se quede con él y sea su esposa, proposición que ella acepta.

La auténtica marquesa de Bracamonte llega por fin a Santa Marta y se presenta al padre Octavio, a quien le cuenta quién es y le pide que la ponga en contacto con Nicolás. El sacerdote prefiere avisar antes a doña Adela y esta hace saber a su hijo que se ha casado con “una farsante y una sirvienta sin título nobiliario alguno”.

Ahora que saben la verdad, ambos se dirigen a la iglesia para conocer a la aristócrata, pero el encuentro no será precisamente amistoso pues la altiva señora enseguida exige la restitución de su honor y la celebración inmediata del matrimonio. La actitud de la marquesa provoca la furia del hacendado que, en un arrebato, acaba estrangulándola.Luego, Parreño regresa a El Edén con un nuevo objetivo: desenmascarar a Victoria.

En Santa Marta, al ver las habilidades de Isabel, el doctor Tarazona le propone ser su asistente. La joven no puede estar más feliz ante la idea de tener su primer trabajo remunerado.