Miguel confirma a Trinidad que el túnel tiene salida al mar, pero le pide paciencia para llevar a cabo la huida: “Debemos conseguir un barco y para eso tenemos que contar con la señora Eugenia, que está esperando un cargamento de cacao”.

Mientras, en El Edén, Victoria justifica su ausencia de la hacienda a Nicolás con un ataque de celos. “Pensar que podías estar con Eugenia me hizo perder la razón”, le miente. La explicación satisface a su marido, no así a su suegra, que desconfía cada día más de ella. El hacendado hace lo posible por mediar entre ambas pues ha recuperado el deseo de tener hijos con su esposa y no quiere tener a su madre en contra.

No es el único disgusto que sufre doña Adela. Tras sacar a rastras a Isabelita de la consulta de Lorenza, discute con ella y le prohíbe verse con Gabriel.

Morales, que permanece encerrado en el monasterio, no puede con el sentimiento de culpa y confiesa al padre superior que quemó El Edén con los Quintero dentro por orden de Parreño. “No maté a la recién nacida. Ella es la única heredera”, añade.

Incapaz de recordar, Lorenza empieza a sospechar que Abdul no le dice la verdad sobre su pasado. Su relación se complica cuando Manuela se enfrenta a él y los obliga a pagar por las habitaciones que ocupan en la pensión.

Como representante de la causa, Ángela pide a Restrepo ayuda para introducir en la hacienda de Parreño herramientas con las que despejar el pasadizo que los conducirá al mar. Él se compromete a hacer lo posible. Mientras, en su casa, Ana decide que es el momento de irse y espera a que llegue Felipe para comunicárselo. Sin embargo, el hombre le ruega que no lo haga: “Aquí tu marido no podrá hacerte nada”. Después, intenta razonar con Granados, pero este no da su brazo a torcer.

Más enamorada que nunca del inocente Julián, Milagros sufre cada vez que le pregunta sobre lo que acontece en El Edén. Aun así, se siente en la obligación de hacerlo y de ese modo se entera de la muerte de Hilaria y de que el patrón ha cambiado la ruta del barco de cacao. Victoria se alegra cuando la esclava le revela el nuevo trayecto y planea robar el cargamento el día del cumpleaños de Isabelita.

Sin imaginar lo que trama su esposa, Nicolás convence a Siervo para que se infiltre entre los miembros de la causa como uno más y espíe para él.