El abad Rangel comunica a Nicolás que Morales ha recibido la visita de Victoria y el terrateniente, furioso, interroga al hombre, que acaba confesándole que no llegó a matar a la hija de los Quintero cuando incendió su hacienda. Por suerte, la rápida intervención del superior del monasterio y de otros monjes evitan que Parreño acabe con su antiguo capataz.

Por otra parte, Bunme, acostumbrada a los privilegios de los que disfrutaba con su anterior jefa, no consigue adaptarse a su nuevo hogar. Pero su situación empeora todavía más cuando el patrón, después de violarla, la obliga a trabajar sin descanso. La marquesa, conmovida, intercede por ella y la muchacha, en un momento en que se quedan a solas, le cuenta que su marido está al tanto de la intervención de Eugenia en el robo del cacao.

La posición de Victoria no es mucho más halagüeña. Doña Adela, obsesionada con que su familia corre peligro, está aprendiendo a disparar y un día recibe a su nuera escopeta en mano. Por suerte, la señora aún no tiene buena puntería y Victoria solo queda aturdida.

Alentado por el capitán Granados, el padre Octavio empuja a sus feligreses a despreciar a Ana cuando esta va a la iglesia y Felipe, indignado, los increpa: “Sois tan hipócritas que reprendéis a una mujer maltratada por su marido mientras acudís a pedir consejo a esa hechicera que se ha instalado en Santa Marta”.

Todo está listo para que la celebración del cumpleaños de Isabelita sea un gran acontecimiento y no solo para los amos, pues los esclavos aprovecharán los fuegos artificiales para llevar a cabo varias explosiones controladas en el interior del túnel. La misión de los músicos es llevar la pólvora en su carreta y la de Tomás bajar todo el material al foso.

También Abdul y Lorenza se preparan para acudir a la fiesta donde serán una atracción más, pese a que doña Adela considera su presencia un sacrilegio. La hija de Parreño es la primera en consultar a Ayotunde y se queda desconcertada cuando la adivina le dice que su padre tiene una cara que ella desconoce. Después le toca el turno a la marquesa que, por fin, acaba dándose cuenta de que está delante de Lorenza. Sin embargo, esta no recuerda nada de su pasado… hasta que Victoria le relata la historia del amuleto que lleva colgado en el cuello.

Entre tanto, ajenos a todo lo que les rodea, Trinidad y Remedios dan rienda suelta a su deseo y hacen el amor por primera vez.