Los esclavos de las haciendas colindantes siguen muriendo debido al agua envenenada. Con la excusa de proteger a los suyos, Parreño les prohíbe salir de El Edén e impide la entrada de visitantes. Pero lo que de verdad pretende es vengarse de ellos, en especial, de Miguel.

A Tomás, sin embargo, sí lo quiere fuera y ya ha expresado su deseo de venderlo para que trabaje en las minas. Convencido de que Victoria, Remedios y Milagros lo ayudarán a escapar para evitar su cruel destino, vigila a las mujeres todo el día.

Cansado y enfermo, el general Márquez nombra al hacendado gobernador de Santa Marta para que negocie con los sublevados una salida a la crisis. Nicolás acepta entusiasmado, pues el cargo le servirá de mucha ayuda para que su plan triunfe. Pero, para guardar las apariencias, inicia junto a Felipe Restrepo las conversaciones cuyo objetivo final es abolir la esclavitud.

Victoria se derrumba cuando su marido le confiesa que conoce su verdadera identidad, la amordaza y la encierra en su cuarto. Mientras tanto, los sublevados consiguen liberar al grupo de esclavos que iban a ser vendidos y planean el modo de asaltar El Edén.

Cerca de allí, don Octavio se sincera con Lorenza: “Vi cómo Parreño mató a la verdadera marquesa y a sor Alicia”. Además, le cuenta que también fue el patrón quien provocó el incendio de la hacienda. Tras la confesión, se dirigen a hablar con Márquez, el único con autoridad para administrar justicia en un caso que se remonta a tantos años atrás.

Miguel asalta El Edén y libera a Victoria, no sin antes mantener un intenso forcejeo con el patrón y Restrepo, que resulta herido. Tras ser reducido, Nicolás es hecho prisionero y condenado a trabajos forzados en las minas adonde quería enviar a sus esclavos. Doña Adela llora cuando, sola y sin un lugar adonde ir, debe abandonar El Edén. Poco después, Victoria y Miguel celebran una romántica boda junto a sus seres queridos.

Un año después, Isabel está a punto de terminar sus estudios de medicina junto al doctor Tarazona, de quien se ha enamorado, y Eugenia da el “sí, quiero” a Fidel en una ceremonia a la que acuden, entre otros, Ana y su amado Restrepo. Remedios y Trinidad consolidan su amor, al igual que Milagros y Julián.

A todos invitan Victoria y Miguel para que conozcan la nueva hacienda El Edén, donde viven felices con su hija, Dominga, y Tomás y Lorenza, que ejercen de abuelos. Por fin pueden amarse en libertad.