Obsesionado con la idea de vengar la muerte de su hermano, Eduardo ve la oportunidad de hacerlo contratando a Casandra, la hija mediana de Victoriano. Con lo que no cuenta es con la irresistible atracción que empezará a sentir por la arquitecta y que, además, será correspondida. Aunque Bernarda no está de acuerdo con la decisión de su hijo, finalmente accede a que la joven esté de prueba.

Mientras, Diana y Alejandro están cada vez más enamorados y un día Déborah los descubre besándose. Sin perder tiempo, se lo cuenta a Elías y también a su esposo. Pese a los obstáculos que empiezan a encontrar los jóvenes, su amor es tan fuerte que no pueden evitar dar rienda suelta a sus sentimientos y acaban haciendo el amor.

Empeñado en acabar con la vida de Victoriano, Loreto se oculta en el establo y le dispara, con tan mala fortuna que falla y hiere por error a su propio hijo, Emiliano. Más tarde, al verse descubierto por Inés, no duda en amenazarla: “Si llamas a la policía diré a Emiliano que tuviste un hijo de tu patrón y nació muerto”.

Otro secreto podría estar a punto de salir a la luz cuando Diana descubre una foto de su madre con un desconocido, que no es otro que Vicente Mendoza. “Este hombre está muerto”, responde muy seria Inés, ante el interés de la muchacha.

Por otra parte, Elías no termina de aceptar que la mujer que iba a ser su esposa no quiera estar ya con él y, ante la evidencia de su nuevo romance, le pide explicaciones. “No me casaré contigo porque estoy enamorada de Alejandro”, responde la chica, que decide sincerarse también con su padre. El patriarca aprueba la relación, cosa que no sucede con el acercamiento entre Casandra y Eduardo Mendoza.

Días después y animado por la buena acogida de su idilio en el hogar de los Santos, Alejandro se anima a presentar a sus dos hijas, Marijose y Sabi, a su amada. A pesar del rechazo inicial de la mayor, pronto la niña empezará a ver con buenos ojos a la novia de su padre.

Lee el resumen completo en la revista Telenovela.