Marissa aprovecha la visita del licenciado Ordóñez para pedirle que redacte un nuevo testamento: “Quiero que toda mi fortuna pase a manos de Carlos”. Y más tarde, advierte a su hijo: “Cuida mucho a Fernanda porque Luis quiere lastimarla”. Lo que no imaginan es que el pérfido hombre ha escuchado toda la conversación…

A kilómetros de allí, Amelia y Felipe buscan la manera de liberar a Pérez y cuando el señor Altamirano se ofrece a ir a declarar, Mariana soborna al juez para que desestime su testimonio.

De regreso a casa, todos se muestran decepcionados y Fernando pide a Blanca que lo acompañe a la cárcel a ver a la joven. “Sé que tienes buen corazón y quiero ayudarte”, dice él en tono cariñoso. La nana también le dedica unas palabras a Fernanda: “Guarda un poco de amor para tu madre. Ella ha cometido errores como cualquier persona”.

Arrepentida de sus mentiras, Camila visita a Pérez en la cárcel y le ofrece una disculpa, pero ella se niega a aceptarla. “Ahora ya es tarde. Por celos has destruido mi vida”, sentencia.

Cerca de allí, Amelia también se da cuenta de sus errores y busca el perdón de Pedro. “Siento mucho que haya tantos malos recuerdos en ti. Sé que eso fue lo que sembré con mi actitud y de corazón te pido perdón. Nunca voy a tener como pagar lo que hiciste por mi hija y por mí, eres el mejor hombre del mundo”, afirma con el rostro inundado de lágrimas. Estas palabras conmueven tanto al hombre que decide aceptar sus disculpas e incluso promete ayudarla a recuperar a Fernanda.

Ajena a esto, la chica comienza a sufrir en la cárcel los primeros ataques de La Malquerida, una de las presas más conflictivas. Para colmo, cuando telefonea a Houston para hablar con su amado es Isabela quien le contesta: “¿Qué diablos quieres? No molestes más porque yo soy su prometida”.

Marissa sigue sin reaccionar y Luis la observa con una sonrisa mientras recuerda cómo logró con engaños que, momentos antes de la operación, le firmara un poder para manejar su fortuna. Luego, se presenta ante Carlos de manera altiva como el nuevo director del banco. Fuera de sí, el joven trata de golpearlo, pero Ordóñez lo impide. “Tienes que conseguir invalidar esos documentos”, suplica a este.

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